miércoles, 30 de mayo de 2012


Nuestro dolor no cabe en las urnas

Adolfo Gilly

En la mañana del lunes 28 de mayo el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MJPD) organizó en el Castillo de Chapultepec una reunión con los cuatro candidatos para la elección presidencial del 1º de julio próximo. Las crónicas refirieron, con mayor o menor fidelidad, lo que respondió cada uno de ellos a las interpelaciones de Javier Sicilia y Emilio Álvarez Icaza, voceros del MPJD.

Lo que algunos escuchamos fue sobre todo cuanto dijeron a los candidatos algunas de las víctimas, con palabras estranguladas por el dolor. Trataré de repetirlo, y conste que no estoy llamando a no votar, ni a votar en blanco.

* * *
Con voz entrecortada por los sollozos o por la ira, la señora Margarita dijo a Josefina Vázquez Mota, candidata del PAN:

Soy Margarita Lopez Pérez, madre de Yaharia Guadalupe, una joven de 19 años casada con un militar que fue desaparecida en Tlacolula de Matamoros, Oaxaca, el 13 de abril de 2011. Fui a pedirle al secretario de la Defensa que me ayudara a encontrarla y no se hizo responsable porque era civil, aun cuando mi yerno era parte de las fuerzas armadas.

No hubo solidaridad, trato humano o sensibilidad por parte de las instituciones que se supone nos deben defender y proteger.

Las autoridades me dicen que hay un cuerpo. Afirman que es ella por el ADN, pero una madre reconoce a su hija.

Qué va a hacer usted para encontrarlos? ¿Qué va a hacer para que los cuerpos encontrados en fosas clandestinas sean, no sólo identificados, sino tratados dignamente?

¿Qué sentiría de ir a un Semefo y tener que buscar a sus hijos entre cuerpos amontonados, destrozados y en estado de descomposición, ni siquiera dignamente refrigerados? Imagine el dolor que eso significa para una madre, para las que están hoy frente a usted.

La ciudadanía se indigna y se asusta al ver 49 torsos en la calle… En cada morgue hay igual número de cuerpos o más, pero nadie les pone atención porque no están en la vía pública.

¿Qué respuesta me va a ofrecer como madre de desaparecida? ¿Me va ayudar a encontrar a mi hija? ¿Va a acompañarme a buscar a mi hija a las morgues y las fosas comunes? ¿Me acompañará a mí y a las miles de madres más? Son 20 mil madres que no pueden llevarle flores a sus hijos o derramar una lágrima en sus tumbas. (...)

Lo más grave es que la búsqueda de justicia implica un riesgo: se nos amenaza, tanto por criminales como por autoridades, para no hacer ruido, para olvidarnos de nuestros familiares. Algunos de nosotros hemos tenido que huir de nuestros hogares e incluso del país porque el Estado no nos protege y hemos perdido compañeros, como don Nepomuceno Moreno, acribillado a plena luz del día en Sonora. (...)

Exigimos justicia para todos sin importar su capacidad económica o situación social. Respóndame como mujer, como madre, no como política porque nuestro dolor no cabe en las urnas.

Josefina Vázquez Mota prometió acompañarla personalmente. Se la veía conmovida.

Pero como candidata del partido del Presidente, no encontró nada que contestar.

* * *
Enrique Peña Nieto tuvo que escuchar a las víctimas de Atenco en la voz de la señora Trinidad Ramírez. Les prometió que en las represiones futuras habrá un protocolo. Pero también oyó lo que sigue y nada atinó a decir:

Soy José Carlos Castro Gurrola, del estado de Veracruz. El mundo se me vino encima el 6 de enero de 2011, en Jalapa. Ese día entraron a mi domicilio y sustrajeron a mi esposa: Josefina Campillo Carreto de 49 años de edad; a mis hijas Joahana Montserrat Castro Campillo, pasante de arquitectura a días de presentar su tesis profesional, y Karla Verónica de 19 años, estudiante de tercer semestre de diseño gráfico, y a Araceli Utrera, empleada doméstica de 19 años.

He visto a procuradores en turno, elementos de la Agencia Veracruzana de Investigación e innumerables peritos, sin obtener respuestas puntuales o resultados concretos. Muy pronto la autoridad perdió el interés, y el caso de mi familia fue turnado al ámbito federal.

He estado en dos reuniones en Chapultepec con el titular del Ejecutivo, el secretario de Gobernación y la procuradora general de la República, pero estas gestiones no han sido suficientes para poder localizar a mis seres queridos.

La frustración ha sido inmensa. No acabo de comprender su ausencia. Llegar a casa, ver sus recámaras con sus efectos personales, tal como ellas las dejaron, o sus fotos; escuchar lo que a ellas les gustaba. Compartir sus aspiraciones, vivir en la memoria de los mejores tiempos que se han ido. Porque vivir esta vida no se puede. (...)

Ha sido más difícil ser atendido por Javier Duarte (gobernador de Veracruz), militante del PRI que lo postula a usted, que por el gobierno federal.

¿Si usted fuera presidente de México, qué haría para que regresaran nuestros familiares a casa?

¿Qué hará usted con una policía que sólo denigra a parientes desesperados por saber algo de sus hijos, hijas, padres, hermanos? ¿Con Ministerios Públicos que se venden al mejor postor? ¿Con averiguaciones previas que se integran con meses o años de retraso, porque a las familias agraviadas nadie les cree? (...)

¿Por qué debemos creerle, señor Enrique Peña Nieto, si ahí donde su partido y usted mismo han gobernado se han instalado la corrupción, el crimen, el asesinato de mujeres y la impunidad?

No hubo respuesta del candidato.

* * *
La señora María Ignacia González Vela, también con llanto en la voz, dijo a Andrés Manuel López Obrador:

Soy María Ignacia González Vela, originaria del estado de Puebla, tengo a mis hijos Andrés y Braulio de 36 y 22 años desaparecidos en Reynosa, Tamaulipas, el 27 de marzo de 2011.

Si usted llega a la Presidencia, ¿qué estrategia implementaría para detener la absurda guerra que ha costado más de 60 mil muertos, y cómo construir la paz? (…)

¿Qué sentiría usted si al llegar al Ministerio Público de Reynosa recibiera ofensas de las autoridades, que lo discriminaran y ofendieran? Cuando llorando formulé la denuncia el funcionario me dijo: cállese la boca y me sacó con prepotencia y arrogancia. Nunca pude levantar la denuncia. En Monterrey quisieron relacionar a mi hijo con cosas malas y botaron el caso a Tamaulipas y ahí ninguna autoridad me hizo caso y nunca encontré ayuda de nadie. Fui con los militares, a la zona militar de Monterrey, y el subcomandante me dijo que qué hacia ahí buscándole:váyase, porque esto está muy peligroso y no se resuelve nada.

Tenemos que lograr la verdad, recuperar la memoria. No se olvide si llega a ser presidente lo que le estamos pidiendo, desde nuestro dolor de madres. 

Dos muy jóvenes mujeres del estado de Guerrero, bajo gobiernos sucesivos del PRD, dijeron a Andrés Manuel López Obrador:

Soy Coral Rojas Alarcón, de la Organización de Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán, en el estado de Guerrero. Soy víctima por el secuestro de Eva Alarcón Ortiz, mi madre. La persona que está a mi lado es Victoria Bautista Bueno. Somos hijas de los campesinos ecologistas Eva Alarcón Ortiz y Marcial Bautista Valle, coordinadora y presidente de la organización. (...) Ellos fueron secuestrados el 7 de diciembre de 2011, cuando viajaban a la ciudad de México a una reunión con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.

Nuestros temas siempre han sido en torno al cuidado del medio ambiente y los recursos naturales, pero ahora estamos aquí como víctimas de la complicidad entre delincuencia, algunas autoridades y la impunidad imperante en el país. (...)

Han pasado cinco meses y 22 días de la desaparición forzada y seguimos en espera de resultado. (...) Nos tocó vivir una situación de inseguridad por la delincuencia organizada y, como es conocido en muchos casos, por el involucramiento de autoridades del estado. (...)

En nuestro caso es la participación de 25 policías, entre ellos municipales y ministeriales del municipio de Tecpan de Galeana, Guerrero, estado que gobierna su partido. Hemos recibido amenazas e intentos de soborno para callar nuestras bocas por parte de funcionarios perredistas. Pero no nos callaremos. Somos una muestra de lo que sufren cientos de familias, miles de personas. (...)

Le preguntamos, señor candidato, a qué se va a comprometer, aquí y ahorita. Nosotros creemos que la palabra es compromiso, es palabra verdadera. ¿Lo toca nuestro dolor? Es el dolor de miles que se encuentran con el corazón lastimado, miles que cargan con pérdidas irremediables. Las víctimas, y es penoso que nosotras se lo tengamos que recordar, no han aparecido en su agenda. (...)

Esperamos que usted esté a la altura de la situación. Sabemos que el panorama es difícil, penoso y que sólo los ciudadanos unidos podemos entre todos sacar adelante la nación.

La señora María Ignacia González Vela y las jóvenes Coral Rojas Alarcón y Victoria Bautista Bueno tampoco recibieron respuesta. Menos aun la tuvo el caso del profesor chiapaneco Alberto Patishtán, preso desde hace 12 años por un delito inventado.

Los candidatos hablaron de varias cosas, institucionales y no. Las víctimas allí presentes, protagonistas reales del encuentro, una vez más asumieron el alto riesgo de testimoniar en México.

martes, 29 de mayo de 2012


DON TIMOTEO, LOS LADRILLOS Y LA TEJAS EN TEPEUXILA.
nSaa Tii Iyaá
Elaborado por: CEREC
Mayo de 2012

Eran los últimos años del siglo XIX, allá por la década de 1880 aproximadamente, y las paredes de las casas en Tepeuxila  en su mayor parte seguían siendo de palitos o carrizos aplanados con lodo y los techos cubiertos de zacatillo o zacatal y se vinieron los cambios que trae la “modernización” y con ello el querer mejorar las condiciones de vida que uno tiene a semejanza de los de fuera y se iniciaron las construcciones de casas de paredes de adobe y los techos se hicieron de madera, morillos y tablas y los pilares de los corredores se hicieron con ladrillos y finalmente las casas techadas de tejas.

Sólo que el problema, nadie sabía hacer las tejas ni los ladrillos, entonces las autoridades estaban construyendo el primer salón de actos culturales de la escuela primaria que estaba -para quienes no lo conocieron- al lado sur de la iglesia, en donde ahora se encuentra el auditorio de la comunidad.

El salón era grande y contaba con un espacio para el público, un foro y un salón donde los participantes se vestían para salir a la actuación, además de un corredor donde los que ya no cabían en el salón pudieran escuchar la música o las participaciones aunque ya no alcanzarán a ver los espectáculos. Recuérdese que en ese tiempo vivían en la comunidad aproximadamente 1000 vecinos.

Bueno, entonces como no había los ladrillos y tejas en la comunidad estos se compraban o se acarreaban desde Cuicatlán y a lomo de humano o de burro o de mula o de caballo según las propiedades animales de los comuneros, se hacía llegar el material hasta la comunidad distante a unos 30 kilómetros de distancia entre comunidad y comunidad, cada comunero tenía la responsabilidad de llevar la cantidad de material que se le había designado, y en el transcurso del viaje se atravesaban tierras de las comunidades de San pedrito Chicozapotes y Tutepetongo.

La gente que habita San Pedrito, son mestizos y negros y gente que habita Tutepetongo son indígenas cuicatecos como los de la comunidad Tepeuxila, entonces, cuando los san pedreños se enteraron del trabajo que realizaban los de Tepeuxila, estos iniciaron a mofarse de ellos y cuando los encontraban en el camino cargando sus tejas o ladrillos les decían ¿pinches indios pata rajadas que no hay tierra en donde ustedes viven que están acarreando tierra desde Cuicatlán?, ese material que cargan es de tierra” y como los tepeuxileños siempre han sido muy resentidos de lo que se les dice, iniciaron a dudar y a buscar la manera de como poder hacer el material en la misma comunidad y no estarla acarreando desde Cuicatlán.

De esa manera, quien representaba el cargo de Presidente Municipal en aquel año, se reunió en Asamblea Comunitaria para buscar el acuerdo y el aval para que la autoridad municipal buscara a una persona que pudiera ir a ala comunidad para elaborar los ladrillos y las tejas y de paso que les enseñara a los habitantes de la comunidad a trabajar el procesamiento del barro para hacer los ladrillos y tejas.

Así fue como después de varios meses de búsqueda se pudo contratar los servicios del señor Timoteo, originario de Celaya, Guanajuato; quien llegó a Tepeuxila para trabajar los ladrillos y tejas en la propia comunidad y así se evitó el esfuerzo por llevar dichos materiales desde tan lejana distancia.

Posteriormente, ya en los años recientes, de 1950 hasta 1985, aún trabajaron la elaboración de estos materiales en la comunidad y quienes aprendieron el oficio fueron entre otros, Pantaleón Cruz Méndez+, Porfirio Cruz, Lázaro Neri, Daniel Vásquez Y Pedro Villegas+.

Del señor Timoteo poco se sabe, nunca más regreso a su tierra, falleció en Tepeuxila y no hay registros de que haya tenido descendencia familiar, también desconocemos sus apellidos, pero aún se puede apreciar su trabajo en los ladrillos que se encuentran en el arco de la entrada del panteón municipal.

lunes, 28 de mayo de 2012


La territorialidad de la dominación

 CARLOS FAZIO

La actual fase de intervención estadunidense en México responde a la agenda militar global de la Casa Blanca definida en un documento del Pentágono de marzo de 2005. Como parte de una guerra imperial de conquista, el plan, que apoya los intereses de las corporaciones de Estados Unidos en todo el orbe, incluye operaciones militares (directas, sicológicas o encubiertas) dirigidas contra países que no son hostiles a Washington, pero que son considerados estratégicos desde el punto de vista de los intereses del complejo militar, industrial, energético.

Una orientación del documento era el establecimiento de asociaciones con estados debilitados. A su vez, bajo el disfraz de la guerra al terrorismo y la contención de estados delincuentes, se promovía el envío de fuerzas especiales (boinas verdes) en operaciones militares de mantenimiento del orden (funciones de policía) y equipos pequeños de soldados culturalmente espabilados para entrenar y guiar a las fuerzas autóctonas. Parte de esas actividades serían realizadas por compañías privadas de mercenarios subcontratadas por el Pentágono y el Departamento de Estado.

Como parte de una guerra de ocupación integral, la intervención estadunidense en curso responde a nuevas concepciones del Pentágono sobre la definición de enemigos (el enemigo asimétrico, no convencional, verbigracia, el terrorista, el populista radical, el traficante de drogas). Lo que ha derivado en las guerras asimétricas de nuestros días, que no se circunscriben a las reglas establecidas en los códigos internacionales y evaden las restricciones fronterizas de los estados.

La ocupación integral de México forma parte de la dominación de espectro completo, noción diseñada por el Pentágono antes del 11 de septiembre de 2001, que abarca una política combinada donde lo militar, lo económico, lo mediático y lo cultural tienen objetivos comunes. Dado que el espectro es geográfico, espacial, social y cultural, para imponer la dominación se necesita fabricar el consentimiento. Esto es, colocar en la sociedad sentidos comunes, que de tanto repetirse se incorporan al imaginario colectivo e introducen, como única, la visión del mundo del poder hegemónico. Eso implica la manipulación y formación de una opinión pública legitimadora del modelo. Ergo, masas conformistas que acepten de manera acrítica y pasiva a la autoridad y la jerarquía social, para el mantenimiento y la reproducción del orden establecido.

Para la fabricación del consenso resultan claves las imágenes y la narrativa de los medios de difusión masiva, con sus mitos, mentiras y falsedades. Apelando a la sicología y otras herramientas, a través de los medios se construye la imagen del poder (con su lógica de aplastamiento de las cosmovisiones, la memoria histórica y las utopías) y se imponen a la sociedad la cultura del miedo y la cultura de la delación.

La manufactura de imaginarios colectivos busca, además, facilitar la intervención-ocupación de Washington con base en el socorrido discurso propagandístico de la seguridad nacional estadunidense y/o la seguridad hemisférica. Con tal fin se introducen e imponen conceptos como el llamado perímetro de seguridad en el espacio geográfico que contiene a Canadá, Estados Unidos y México, que, como parte de un plan de reordenamiento territorial de facto, fue introduciendo de manera furtiva a nuestro país en la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (Aspan, 2005).

La Aspan (o TLCAN militarizado) incluye una integración energética transfronteriza subordinada a Washington y megaproyectos del capital trasnacional que subsumen los criterios económicos a los de seguridad –justificando así acciones que de otro modo no podrían ser admitidas por ser violatorias de la soberanía nacional– y una normativa supranacional que hace a un lado el control legislativo, mientras se imponen leyes contrainsurgentes que criminalizan la protesta y la pobreza y globalizan el disciplinamiento social.

El manejo de los medios privados bajo control monopólico permite, también, el aterrizaje de doctrinas como la referente a los estados fallidos que, por constituir un riesgo a la seguridad de Estados Unidos, deben quedar bajo su control y tutela. Ayer Colombia, Afganistán, Irak. Hoy Libia, Pakistán, Siria, México.  

La fabricación mediática de México como Estado fallido durante la transición Bush/Obama en la Casa Blanca (enero-febrero de 2009) incluía la previsión de un colapso rápido y sorpresivo, lo que según el comando central del Pentágono no dejaría más opción que la intervención militar directa de Washington. Entonces, la posibilidad de un colapso fue atribuida al accionar de grupos de la economía criminal y llevó a una acelerada militarización del país, con la injerencia directa del Pentágono, la Agencia Central de Inteligencia, la Oficina Federal de Investigación, la agencia antidrogas DEA y otras dependencias estadunidenses en el territorio nacional, bajo la mampara de la Iniciativa Mérida, símil del Plan Colombia.

De manera sospechosa, a mayor militarización –vía la presencia del Ejército y la Marina de guerra en las calles y carreteras del país– mayor violencia. Una violencia caótica y de apariencia demencial, que de manera encubierta fue alentada y potenciada por grupos paramilitares y mercenarios que actúan bajo la fachada de empresas de contratistas privados, según el guión diseñado por el Pentágono en marzo de 2005. Igual que antes en Colombia y Afganistán y, después de la invasión, en Irak.

Pero dado que en México los movimientos rebeldes permanecen en una tregua armada y de acumulación de fuerzas, a través del terrorismo mediático se han venido impulsando matrices de opinión que permitan la aplicación de prácticas contrainsurgentes afines a la dominación de espectro completo y la guerra de ocupación integral, tales como narcoinsurgencia y narcoterrorismo, utilizadas de manera reiterada por la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y otros funcionarios estadunidenses.

La ocupación integral de México se inscribe dentro de las guerras en curso del Pentágono en el mundo. Con Felipe Calderón los estrategas militares estadunidenses obtuvieron vía libre para sus acciones de contra narcoterrorismo en el territorio nacional. Con esa bandera, el Departamento de Defensa estadunidense desplegó tres agencias de inteligencia y espionaje en México: la Agencia de Inteligencia Militar (DIA, por sus siglas en inglés), la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO) y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), que operan desde la Oficina Bilateral de Inteligencia, instalada en Paseo de la Reforma 265, en el Distrito Federal.

En apariencia, el curso de la guerra de ocupación integral en México no ha tenido buenos resultados. El 13 de marzo, el jefe del Comando Norte del Pentágono, Charles Jacoby, cuestionó ante el Senado de su país el saldo de la lucha antidrogas. Al testimoniar ante el Comité de Servicios Armados, el general Jacoby consideró inaceptable la cifra de muertos y dijo que era muy temprano para estimar si se está ganando o perdiendo la guerra. Afirmó que la estrategia de decapitación de grupos criminales ha sido exitosa, pero no ha tenido un efecto positivo aceptable y la violencia se ha incrementado.

El 28 de marzo, el secretario de Defensa, Leon Panetta, señaló que el número de muertos en México llegó a 150 mil, cifra que triplica la manejada oficialmente por las autoridades locales, de 47 mil 500 para el periodo 2006-2011. Ex jefe de la CIA y una de las personas mejor informadas de Washington, Panetta hizo esa afirmación durante la primera reunión de ministros de Defensa de Canadá, Estados Unidos y México, en Ottawa, en presencia de los secretarios mexicanos de la Defensa Nacional y de Marina, Guillermo Galván y Frrancisco Saynez. La declaración fue seguida de un dudoso desmentido.

Los aparentes malos resultados de la guerra en México podrían obedecer a una lógica distinta de la que se pregona de manera pública. El número de muertos y el aumento de una violencia caótica de apariencia demencial podrían obedecer a una política de desestabilización y exterminio dirigida a debilitar aún más al país para propiciar su balcanización, en particular de la zona fronteriza con Estados Unidos.

En mayo de 2010 México y Estados Unidos emitieron la Declaración para la administración de la frontera en el siglo XXI. La franja fronteriza ha sido definida como un área clave de la llamada seguridad energética colectiva, que incluye la generación e interconexión de electricidad y la exploración y explotación segura y eficiente de hidrocarburos (petróleo, gas) y agua.

A siete años de la entrada en vigor de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (Aspan, 2005) y cinco del lanzamiento de la Iniciativa Mérida (2007) que militarizó el norte de México, no se entiende que siendo la seguridad energética colectiva la prioridad número uno de Washington, Tamaulipas reúna las características de un Estado fallido.

Tamaulipas es rico en hidrocarburos, incluidos los yacimientos de gas shale en la cuenca de Burgos. Además, limita con Texas (estado petrolero por excelencia de Estados Unidos) y con el Golfo de México, asiento de los hoyos de dona (el tesorito en aguas profundas) y considerado el mare nostrum de los estadunidenses. Dado que Tamaulipas y el Golfo de México son puntos sensibles de la seguridad energética de Washington, ¿estaremos asistiendo a una violencia provocada cuyo fin es el desplazamiento forzado de población y una eventual balcanización de esa porción del territorio nacional?

La lógica de una desestabilización encubierta dirigida a provocar un desmembramiento territorial podría explicar la llegada al país del embajador Earl Anthony Wayne y del agregado militar Colin J. Kilrain. Perteneciente a una generación de diplomáticos expertos en intervenciones, Wayne, quien se desempañaba como embajador adjunto en Afganistán, fue escogido en función de los intereses expansionistas de Estados Unidos. Especialista en administrar a la llamada comunidad de inteligencia, a su perfil de experto en contrainsurgencia, terrorismo, lavado de dinero e incautación de activos de la economía criminal, Wayne suma habilidades en temas económicos, comerciales y energéticos. Su nombramiento está cargado de simbolismos. Si el defenestrado Carlos Pascual era especialista en estados fallidos, el relevista Wayne viene de Kabul, donde estaba dirigiendo una invasión bajo la pantalla de combatir al terrorismo. Su misión, ahora, es profundizar la estrategia de desestabilización en México. Llegó a hacerse cargo de la guerra de Calderón y a orientar la sucesión presidencial.

El arribo en marzo del nuevo agregado militar de Estados Unidos, contralmirante Colin Kilrain, quien hasta su nombramiento se desempeñaba como director encargado de combate al terrorismo en el Consejo de Seguridad Nacional (CNS) en Washington, refuerza esa percepción. Antes de su misión en el CNS, Kilrain era comandante de las fuerzas especiales Seal –acrónimo desea, air and land: mar, aire y tierra–, las unidades de élite de la Marina. En los años 90 participó en la invasión militar a Haití y en la guerra de los Balcanes que fragmentó a la ex Yugoslavia; después apoyó la Operación Libertad Duradera en Afganistán y se integró a la Operación Libertad para Irak, desde donde coordinaba acciones en Pakistán

Con el envío de Wayne y Kilrain el mensaje de Barack Obama es claro: la guerra debe continuar. A ello obedecería el abrupto cambio de discurso del presidente Felipe Calderón y el secretario de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván. Del lenguaje triunfalista (vamos ganando por goleada), se pasó a la aceptación de que grupos criminales han conformado un Estado paralelo, imponen su ley y cobran cuotas. La admisión de México como Estado fallido es la excusa perfecta para profundizar una intervención encubierta que podría derivar en una balcanización del país.

En su fase actual, la lógica de una desestabilización encubierta con fines de una balcanización territorial –parcial o total– de México se apoya en la guerra sicológica y en la guerra sucia. A ambas modalidades bélicas les es consustancial la propaganda. La propaganda de guerra. Mediante la propaganda se fabrica la verdad oficial. En el proceso de manufacturación de una verdad colectiva el objetivo es lograr que aparezca como verdadero lo falso. La realidad cotidiana es negada como tal y redefinida por la propaganda gubernamental. Los continuos partes oficiales (del Ejército, la Marina, la Policía Federal o estatal) se convierten en la realidad, por más obvia que sea su distorsión de los hechos. En ese ambiente de mentira institucionalizada los medios realizan una verdadera inversión orwelliana de las palabras. Y como en toda guerra el enemigo llega a ser –aunque no siempre de manera explícita– la referencia fundamental del quehacer social, identificar quién es enemigo de quién y de qué manera lo es, son preguntas que en muchos casos tienen menos que ver con realidades objetivas que con construcciones elaboradas mediante una calculada manipulación de la realidad.

Como principal procedimiento de la guerra sicológica, la propaganda consiste en “el empleo deliberadamente planeado y sistemático de temas, principalmente a través de la sugestión compulsiva […] con miras a alterar o controlar opiniones, ideas y valores y, en última instancia, a cambiar actitudes manifiestas según líneas predeterminadas”. Frente a la inercia y debilidad de la conciencia pública, la ambivalencia y confusión de las capas medias de la población son explotadas mediante la propaganda. Los medios son uno de los principales vehículos de la propaganda. El poder real tiene conciencia que los medios son un poder. Y lo utilizan para incrementar el propio. Máxime, cuando, como en el caso del duopolio de la televisión, las familias propietarias forman parte de la plutocracia mexicana.

Si la guerra sicológica busca la destrucción del enemigo real o potencial no mediante su eliminación física, sino por medio de su conquista síquica, la guerra sucia se dirige contra la población civil, y como no existe una justificación, ni política ni legal, para dirigir a las fuerzas armadas y los organismos de seguridad del Estado contra la sociedad, la tarea se encomienda a organizaciones clandestinas o escuadrones de la muerte –grupos de hombres armados vestidos de civil– que secuestran, torturan, asesinan o desaparecen sospechosos de colaborar con el enemigo.

Ambas formas de guerra constituyen maneras de negar la realidad y buscan alcanzar la victoria sobre el enemigo por medio de la violencia y generando terror en la población. La guerra sucia se sirve de la represión aterrorizante. Es decir, de la ejecución visible de actos crueles que desencadenan en la población un miedo masivo, incontenible y paralizante. A su vez, la guerra sicológica utiliza la represión manipuladora, generando miedo mediante una sistemática e imprevisible dosificación de amenazas y estímulos, premios y castigos, actos de amedrentamiento y muestras de apoyo condicionado.

En diciembre de 2006, para justificar la militarización del país como vía para profundizar el plan de reordenamiento territorial de facto contenido en el Plan Puebla-Panamá (2001) y la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad (Aspan, 2005), Felipe Calderón y sus patrocinadores en Washington tuvieron que fabricar un nuevo enemigo. Dado que Andrés Manuel López Obrador desactivó la resistencia civil pacífica contra el fraude electoral para evitar un baño de sangre, y que tras los laboratorios de la mano dura en Atenco y Oaxaca (2006) las guerrillas siguieron en sendas fases de construcción pacífica de autonomía territorial (el EZLN) y de acumulación de fuerza (el EPR), los estrategas de la guerra de Calderón tuvieron que fabricar un nuevo peligro para México. El enemigo sustituto pasó a ser el narcotráfico, como la modalidad más visible de lo que se ha dado en llamar el crimen organizado.

Hermano gemelo –en su gestación– del calderonismo, la irrupción mediática del grupo La Familia Michoacana sintetizó y exhibió la nueva matriz de opinión que habría de ser impuesta a la población desde los medios: la guerra entre grupos delincuenciales por el control de los territorios, las rutas y los mercados de la economía criminal. Una guerra de distracción –salvaje y de apariencia demencial, pero planificada para ese fin–, que por la vía de inflar, potenciar y posicionar en el escenario público organizaciones delincuenciales reales o ficticias (el grupo de Joaquín El Chapo Guzmán, Los Zetas, La Mano con Ojos y otras sorpresas) permitió desviar la atención de la nueva guerra de conquista por los territorios y los recursos geoestratégicos, con sus megaproyectos y una integración energética transfronteriza ya en curso.

En forma paralela a la guerra a los malos de Calderón –una guerra real, encubridora de la dominación de espectro completo con fines de balcanización del territorio nacional y miles de ejecutados sumarios, torturados, detenidos-desaparecidos y fosas clandestinas–, las usinas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y del Pentágono en Washington fueron manufacturando otras matrices de opinión tales como México, Estado fallido, narcoinsurgencia y narcoterrorismo, y otras más recientes como narcoestado sustituto, que han venido siendo utilizadas para profundizar la militarización de la vida cotidiana y de los principales espacios sociales en varias partes del país. Una militarización que, con la excusa de acabar con enclaves criminales y recuperar espacios sin gobierno, contribuye a la omnipresencia del control prepotente y de la amenaza represiva, como vía para imponer un nuevo reordenamiento territorial en el marco de un Estado policial en ciernes.

Cuando el 14 de abril, durante la sexta Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias, Colombia, el presidente Felipe Calderón confesó en privado a su homólogo peruano, Ollanta Humala, que en algunas partes del territorio mexicano el narcotráfico había comenzado a remplazar funciones del Estado como la recaudación de impuestos, pareció avalar la matriz manufacturada en Washington tres años antes, que definía a México como Estado fallido. Y aunque era admitir el tácito fracaso de su guerra a las drogas después de cinco largos años de terror y muerte, Calderón volvió a redondear la idea en Puerto Vallarta, Jalisco, tres días después, en el Foro Económico Mundial para América Latina. Dijo allí: “Los cárteles de la droga han conformado un Estado paralelo al suplir funciones de gobierno […] Imponen su ley y cobran cuotas […] Estos señores tienen un comportamiento monopólico y no quieren que entre su competencia. En lugar de vencer con precio y calidad, se matan. Eso genera caos en algunas regiones (donde) buscan controlar ciudades y territorios”.

Para John P. Sullivan, experto en contrainsurgencia y contraterrorismo de la Asociación de Inteligencia del Cuerpo de Infantes de Marina de Estados Unidos, un área donde los traficantes han logrado establecer soberanías paralelas arrebatándole funciones al Estado es Tamaulipas. Según él, Tamaulipas es un ejemplo de Estado fracasado a escala subnacional o de un estado criminal liberado, donde el gobierno de Calderón ha perdido el control, lo que de seguir la tendencia podría derivar en un Estado criminal sustituto.

El aporte del académico de los marines es la hipótesis de que los grupos de traficantes mexicanos han devenido en insurgencias criminales beligerantes. A su juicio, la novedosa evolución difiere de la insurgencia convencional, ya que su única motivación política es ganar autonomía y control económico sobre el territorio, llenando el hueco que deja el Estado y creando enclaves criminales. Según Sullivan, en municipios como Ciudad Juárez (Chihuahua) y Nuevo Laredo (Tamaulipas) grupos delincuenciales dominan mediante una cuidadosa combinación de violencia simbólica, ataques a la policía y corrupción; recaudan impuestos, recogen información de inteligencia, amenazan a la prensa, hacen negocios e imponen una versión de orden que sirve a sus intereses, mientras fomentan la percepción de que son protectores de la comunidad. Símil de los señores de la guerra de Afganistán, han configurado zonas neofeudales en el marco de un Estado paralelo. México sería víctima de un poderoso narcoligopolio o un adversario parapolítico.

El término insurgencia criminal acuñado por Sullivan –cuyos trabajos se divulgan en Small Wars Journal, publicación cibernética fundada por ex marines– fue introducido al lenguaje del Pentágono y la doctrina de seguridad estadunidense a comienzos de la administración de Barack Obama por el subsecretario de Estado, James Steinberg, mano derecha de la titular del ramo, Hillary Clinton, sobre quien tendría gran influencia intelectual. Y la Clinton fue uno de los vehículos principales para posicionar mediáticamente la matriz de Sullivan; incluso llegó a comparar a México con la Colombia de hace 20 años.

En ese contexto se entenderían las coincidencias discursiva y conceptual de Felipe Calderón de finales de sexenio con las matrices de opinión contenidas en el nada inocente análisis académico de Sullivan. Aunque en un intento de control de daños con vistas al futuro, en 2010 Calderón cambió su guerra a las drogas por lucha por la seguridad pública, simplemente se estaría ajustando al guión que viene de Washington. La existencia de una insurgencia criminal en México justificaría la aplicación del manual de contrainsurgencia.

Un par de datos adicionales resultan sugerentes. En marzo de 2009 se divulgó un documento del Departamento de Defensa estadunidense, donde como parte de un paquete contraterrorista se asignaba una partida discrecional por casi 13 millones de dólares para liberar territorios en México, al margen de la Iniciativa Mérida. En marzo de 2010, Estados Unidos y México pactaron un plan binacional con sendos programas pilotos en las zonas fronterizas de Ciudad Juárez-El Paso y Tijuana-San Diego, para frenar las actividades criminales en esos corredores.

Pero, lejos de decrecer, la violencia aumentó. Y se registraron graves violaciones a los derechos humanos (detenciones ilegales, tortura, ejecuciones sumarias, desapariciones forzosas) atribuidas a mandos militares en Baja California y Chihuahua. Para entonces comenzaba a convulsionarse Tamaulipas con la ejecución del candidato del PRI a la gubernatura, Rodolfo Torre Cantú, y la aparición de fosas clandestinas. En la escalada de desestabilización seguirían otros tres estados fronterizos con Estados Unidos: Nuevo León, Coahuila y Sonora, a los que se sumaría más tarde Veracruz, sobre el Golfo de México.

En vísperas de los comicios presidenciales, la ejecución del general Mario Acosta Chaparro; el hallazgo de nueve cadáveres colgados de un puente en Nuevo Laredo, Tamaulipas, y de 49 cuerpos mutilados en Cadereyta, Nuevo León, así como la detención de tres generales por presuntos vínculos con el crimen organizado, son otros tantos ingredientes que se suman al caldo de cultivo que alimenta la matriz de México como un Estado fallido jaqueado por una insurgencia criminal, lo que daría pretexto ideológico y moral a la contrainsurgencia y encubriría la infiltración de altos organismos del Estado por parte del narcotráfico. En realidad, vía la guerra de Felipe Calderón, la administración Obama va camino a lograr la consolidación de otra plataforma militar en el área, al tiempo que a través de la estimulación de una violencia caótica avanza en sus planes para una cuadriculación y un reordenamiento territorial y espacial de México en función de los intereses del gran capital trasnacional. 

viernes, 25 de mayo de 2012


LAS COMUNIDADES Y LA FORMA
 PRIVADA DE  POSEER LA TIERRA, (la situación de la tierra en Tepeuxila, Oaxaca.

Saä Ti Illaá
CERECMEXICO.

Desapareció el uso de las monedas, las tierras eran de la comunidad,
la jornada de seis horas, todos eran prósperos,
 nadie era injusto. ¿te parece una utopía?
Pues no lo era. La campaña. Carlos Fuentes, 1990.

En el inicio de la civilización humana el hombre no era dueño de la tierra, sino todo lo contrario, él pertenecía a la tierra, el hombre era nómada (generalmente hablamos de comunidades o de pueblos o de personas que se trasladaban de un lugar a otro, no estaban fijos en un solo lugar.)

Fue hasta que el hombre dominó la naturaleza e inició la explotación de esta cuando se volvió sedentario (El sedentarismo es la forma más reciente de población humana en la cual una sociedad deja de ser nómada para establecerse de manera definitiva en una localidad determinada a la que considera como suya).

De esta manera más o menos iniciaron los asentamientos humanos indígenas en donde ahora conocemos que habitan los pueblos como el pueblo cuicateco o cualquiera que conozcamos con raíces prehispánicas, porque la historia de las ciudades modernas es distinta y nosotros como pueblos indios fundamos nuestros lugares antes de que existiera toda ciudad hasta ahora conocida en México.

“Algunos especialistas suponen que este grupo indígena (el cuicateco) tiene como antepasados a emigrantes toltecas que, a la caída de Tula (siglo XI), se dirigieron al norte de Oaxaca. Esto fue más o menos por el año del 1001 al 1100 de nuestra era.”

“Se sabe que los cuicatecos, establecidos a orillas del río Cuicatlán, fueron invadidos por gente de Almoloya. Con ayuda del señorío mixteco de Yanhuitlan, consiguieron librarse de los invasores, sin embargo se vieron obligados a pagarles tributo.” De esta manera, Usila fue creada con gente de lengua mixteca y resultado que hasta la fecha, comunidades cercanas a esta cabecera municipal aún siguen hablando Cuicateco-Mixteco, inclusive hasta la cabecera municpal de Santa Ana Cuauhtémoc.

Años más adelante también tuvieron problemas con la gente negra que llegó a poblar las comunidades sobre la vertiente del río grande en las localidades de Valerio Trujano, Quiotepec, San Pedrito, El Chilar y los Obos entre otros, lo anterior determinó la ubicación del pueblo cuicateco, su territorio y sus comunidades, como las conocemos en la actualidad. (Esta parte de la historia falta por documentar).

De esta manera una vez ya establecidas las comunidades llegan los españoles a imponer sus creencias religiosas a todo México entre ellas la comunidad cuicateca y las localidades como Tepeuxila; reconcentraron en el lugar a donde ahora habitan los tepeuxileños, a las concentraciones de gente que habitaban la banqueta, el pastal, el cerro cucaâ, el cerro yicu-tindu (cerro del colibrí y no San Jacinto como en la actualidad se conoce), El Paredón Viejo y El Caspioso, entre otros. De esta manera se forma el Cucaâ actual, conocido más bien como Tepeuxila, debido a la dominación que tuvo el imperio azteca sobre la zona y que la bautizaron con la palabra náhuatl de Tepeuxila que quiere decir Tepetl “cerro” y Usilin “colibríes”.

Fueron los españoles quienes hicieron el acta de nacimiento o “Titulo primordial” que ampara la posesión de las tierras de esta comunidad y en el documento se menciona que las tierras son comunales o sea es de todos, nadie puede tener una fracción “privada” dentro del perímetro reconocido. Citamos el documento que dice lo siguiente, “Copia certificada del Título de Propiedad que se refiere a la Cédula Real otorgada por el Virrey Gobernador Don Antonio de Mendoza Márquez en el año de mil quinientos cuarenta y ocho (fojas 1023 a 1026 tomo III)”. “…Doy fe como la segunda cabecera de Tepeuxila dueños de todas las tierras, cerros, montes y ríos que son pertenecientes, a su legítimo patrimonio, por gracia y donación que merecieron sus antepasados, con otros fueron que disfrutan y son privilegiados a quienes Doy Fe, que conozco y tenerlos conocidos y vistos dijeron que sus tierras y linderos se componían y componen por los cuatro vientos correspondientes a todas sus tierras, las cuales están en pacífica y quieta posesión y que en la actualidad no tiene contradicción alguna con ninguno de los pueblos…”

Así dice el documento que da origen a la localidad Tepeuxila junto con sus tierras y que mas bien en los tiempos recientes por diversas políticas gubernamentales en las que la gente a caído se ha ido desconociendo y por ello perdiendo, (recuérdese que las formas de pensar son uno de los elementos principales que modelan la forma de vivir del hombre y que inciden en el cambio de los paísajes), por ejemplo, los limites con la comunidad de Tutepetongo, según nos han contado nuestros viejos, anteriormente pasaba justo donde está el ahuehuete o mejor conocido como “el palo de amor” detrás de las iglesia de la mencionada comunidad, y de ese momento a la fecha los límites pasan conforme el río, del río grande hacia arriba hasta el puente que comunica con la comunidad de Cacique y en los últimos veinte años se ha perdido la colindancia con El Cacique y en los recientes tres años se ha movido la colindancia con Santa María Pápalo.

Con lo anterior aclaramos como surge Tepeuxila y porque decimos que las tierras son comunales, lo cual no impide que los comuneros no tengan sus propias parcelas para laborar la tierra y obtener sus alimentos y un espacio donde vivir, así como ciertas áreas comunes donde tener sus escuelas, espacios recreativos o que se dediquen a otros fines pero en “común” o sea entre varios o entre todos si se puede.
No olvidemos que el ser humano por naturaleza es sociable. Hasta la fecha no se ha conocido que una persona pueda desarrollarse por si sola durante las distintas etapas de su vida, siempre ha requerido de alguien más para poder ayudarse y en su etapa adulta es cuando ya supuestamente se independiza, pero esto no es así, porque en ese momento ya contrae otra responsabilidad social que es el matrimonio y posteriormente vienen lo hijos y la cuestión social se reproduce nuevamente.

Por ello las comunidades surgieron y se alimentaron gracias al apoyo mutuo que existió en su momento y por ello florecieron y algunos como los cuicatecos seguimos preguntándonos como se hicieron varias cosas, por ejemplo, la gran Tenochtitlan, Tula, Monte Albán, las ruinas arqueológicas de la banqueta, el Caspioso, y nosotros mismos, entre los más visibles.

Ahora para los que somos jóvenes tenemos que observar el tequio (el que no es pagado), las faenas y los servicios (que no son pagados) que nuestros padres ejercieron durante su vida joven en servicio a la comunidad en la cual no había un  pago en especie de por medio; entonces, ¿Cuál era a cambio la retribución por ese tequio, faena o servicio a la comunidad?, pues el derecho a la tierra y a los demás servicios comunitarios, agua para riego y para beber, servicio de panteón, derecho a la leña, a la madera para el techado de las casas, al uso de las áreas comunes para alimentar al ganado (tierra caliente, la montaña, ojo de agua, el bejucal, atrás de la peña, el zorrillo y el rancho, así también del uso de la tierra común para trabajos extras como la siembra de frijol que se hacía en tierra caliente, que no son tierras parceladas sino de uso común.

Estás son básicamente las características de la forma de vivir en comunidad, donde no es necesario comprar con dinero un bien sustentable para la familia, sino más bien la forma de vivir en estos espacios es reciprocidad entre prestar un servicio a la comunidad a cambio de obtener un espacio físico para trabajar y obtener la alimentación necesaria para la manutención familiar, situación que no destruye la naturaleza, sino que por el contrario, le da vida, porque no hay un abuso en tener demás o tener obsesión por generar riqueza, sino que es trabajar para obtener lo necesario para la familia únicamente. Y si uno es trabajador también puede llegar a tener un poco más de productos, producto del trabajo realizado y en la comunidad tepeuxila hay varios ejemplos que se pueden documentar al respecto.

A nadie se le impone nada a excepción del incumplimiento de las normas internas, las cuales no estaban escritas, porque “la palabra” tenía sentido y tenía respeto, era válida, por es arzón nunca se escribió la normatividad de las comunidades, más bien ya se nacía con esta y se reproducía en el seno materno, se transmitía de padres a hijos y de generación en generación, esta normatividad es conocida en otros pueblos indígenas como el Derecho mayor, y en los discursos oficialistas lo llaman Derecho consuetudinario.

Además casi nadie se interponía como en la actualidad porque las comunidades habían sido “autónomas”, o sea, ellas decidían su propio destino, con frecuencia los miembros de las comunidades se reunían para ver hacia donde encaminar su comunidad, que trabajos faltaban, que tequio se requería y es de esta manera como las comunidades resolvían sus necesidades respecto de las necesidades de la cuestión física de la comunidad. Claro no falta quien se opone o que quiere hacer cosas distintas, esto nunca ha faltado, pero el consenso de las asambleas se ha impuesto a esas contradicciones, y además tenemos que reconocerlo hasta de manera filosófica, sin contradicciones no haya avances en la manera de pensar y de hacer y resolver las cosas que requieren de una respuesta positiva o negativa.

Sin embargo, conforme han pasado los años esa autonomía se ha ido perdiendo, porque los que han salido del pueblo y llegan a conocer otros lugares regresan y quieren que las cosas sean dentro de la comunidad como las que han visto en el lugar de donde regresan, y porque muchos de los que viven en las comunidades ven en la manera privada de la tierra su desarrollo propio, por ejemplo, ya no querer prestar el servicio comunitario sin paga, el querer cobrar los servicios comunitarios de tequio; antes, esto no podía hacerse porque los dinero se manejaban desde la hacienda del estado o del gobierno federal y no en el municipio, pero más bien, se está cediendo la capacidad que envuelve la palabra autonomía.

Es reciente, de hace unos 30 años (a partir de 1980) que los gobiernos estatal y federal mandan los dineros a la hacienda del municipio y a partir de esos años es que la vida comunitaria está desintegrándose y con todo eso llevándose entre los pies la sana convivencia comunitaria. Porque no es que todo haya sido color de rosa ¿verdad? Porque los problemas siempre existen y sin ellos debemos entender que los pueblos no podrían desarrollarse, pero la vida comunitaria era solidaria, o sea que todos se ayudaban entre todos (antes de 1980). En esos tiempos no había las casas de teja, abundaban las casas de techado de zacatillo y cuando alguien construía su hogar, los vecinos se apoyaban para hacer el trabajo sin paga alguna y así cuando otro vecino requería de hacer su casa, también los vecinos le ayudan, más adelante; ya es puro dinero de por medio para trabajar y de por ahí es que hasta la posesión de la tierra la quieren privatizar.

¡Uhhh!, si supieran, recientemente hicieron un mapa del pueblo señalando todas las casas deshabitadas que había, también soñaban con repartirse todo el territorio de la comunidad, pero ni uno, ni lo otro, porque para cuando esto se hacía en el gobierno federal se aprobaba la LEY AGRARIA, que protege esta forma de vida comunitaria, donde se ordena a las comunidades en general a presentar en el Registro Agrario Nacional la normatividad por escrito de cómo en lo particular debe organizarse cada una de las comunidades, dicho documento se llama ESTATUTO COMUNAL de tal o cual comunidad.

Pero en cierto momento he comentado a cerca de la contradicciones y eso pasaba en el ámbito federal, La Constitución se reformaba en su artículo 27, donde se reglamentan los derechos de las tierras comunales y desaparecía la Secretaría de la Reforma Agraria, SRA, y se daba origen a lo que ahora se conoce como Procuraduría Agraria, (PA) y su autoridad máxima es el Tribunal Agrario, con esto, lo que se hace es que cualquier problemática que se suscite por problemas de tierras comunales entre vecinos, o de vecinos con autoridades o de comunidades entre comunidades, es el Tribunal Agrario quien debe dar su veredicto de quien tiene la razón. Por ello es equivocado que los tepeuxileños digan que tienen “escrituras” de sus tierras, porque todo lo relacionado con tierras comunales, en la actualidad es la PA quien tiene que definir cual es la manera de cómo identificarse y de cómo respetar el uso a la tierra, lo cual debe estar manifestado en el Estatuto Comunal interno de cada comunidad. Por lo tanto, para esta cuestión, el “registro civil” y el agente del ministerio público o el juez deben manifestarse de no tener injerencia en ese tipo de problemas y remitirlos a la PA, quien tiene que conocer del caso y resolverlo o de lo contrario turnarlo al Tribunal Agrario para una resolución definitiva.

En este lapso de tiempo, el gobierno impulsó un  programa para privatizar las tierras comunales y ejidos denominado Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares Urbanos, (PROCEDE), pero como insistimos, las comunidades tienen la ultima palabra si privatizan o no, y Tepeuxila decidió mantenerse como comunidad y tienen el lío de privatizar la zona urbana y la zona parcelada de la cual iremos aclarando un poco más adelante.

Ya en el caso interno de los miembros de la comunidad, es la Asamblea Comunitaria quien determinará de la situación de cada uno de sus miembros, apegado lo anterior al Estatuto Comunal que marca cuales son las condiciones para ser comunero, apoyado dicho documento a los lineamientos que marca la Ley Agraria, la Constitución del Estado y la Constitución Mexicana y La Clausula 69 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo).

Entonces, dentro de la comunidad hay varias categorías de tierras, la zona poblada o urbana o de asentamiento humano, es donde tenemos nuestras casas; la zona parcelada, son los lugares donde se tienen las tierras de labor o de trabajo, y las tierras de uso común, que es donde pastan el ganado de los que habitan la comunidad o donde se parcelan la tierras para trabajos extras de los comuneros. Todas estas tierras se respetaron antes y nadie se metía o se posesionaba de ninguna tierra que no era de su parentesco o familia directa o de su comunidad, o esto podía suceder pero ya era una cuestión de abuso de la persona o del pueblo que lo hacía, porque como en todos lados siempre sucede que a alguien ya le creció su tierra de la noche a la mañana, por ejemplo, la apropiación de Tutepetongo de la parte del río hasta detrás de su iglesia que es un caso que falta escribir porque es toda otra historia. Y esto sucede también porque quien es posesionario de la tierra no tiene los argumentos para defenderla y revisen, ya se comenta más arriba, cuando es un problema entre comuneros, el problema lo resuelve el Comisariado Comunal apegado al Estatuto Comunal y conforme a la ley Agraria básicamente, si esto no se cumple, nos vamos a la PA y si tampoco estamos conformes con la resolución que ahí se determine nos vamos al tribunal Agrario y ahí se dicta la sentencia definitiva, cuanto más cuando se trata de un problema entre comunidades.

Ahora, ¿podemos vender o comprar las tierras que tenemos dentro de la comunidad?, desde luego que si, y siempre a sido así, sólo que como ya comentamos en un principio estamos perdiendo autonomía y eso hace que dudemos de nuestras acciones, pero años atrás, no le teníamos que rendir informes a nadie de nuestros hechos en este tema, lo que se hacía era una simple compra-venta y la tierra se cambiaba de dueño, sólo que ahora tratamos de interpretar las leyes que vienen de fuera y eso es lo que hace que divaguemos y digamos barbaridad y media, pero las tierras si se pueden vender y comprar, lo único que tenemos que hacer es notificar al comisariado comunal el cambio del posesionario del predio, siempre y cuando el predio sea solar urbano o se encuentre dentro de la zona parcelada, porque las tierras de uso común, esas no se venden, se tiene derecho a ellas por vivir en la comunidad y prestar los servicios correspondientes sin pago alguno en dinero, entonces a cambio de ello se tiene derecho a usufrutuar, o sea a trabajar la tierra y obtener de ella un beneficio generalmente producto de la siembra que se realice.

La ley dice que las tierras comunales son inalienables (que no se pueden vender o ceder de manera legal), pero esto si se puede hacer entre los miembros de la comunidad, sólo es necesario aplicar la ley (Estatuto Comunal y Ley Agraria cuando el comprador no pertenece a la localidad);  inembargables (que no puede ser objeto de embargo), se aplica en el caso de que el titular de la tierra tenga una deuda moratoria con la comunidad, pero si aplicamos la ley no le pueden quitar su tierra, por lo tanto tendrán que buscar otro acuerdo para hacerlo pagar, porque la tierra no se la pueden quitar porque es el sustento del resto de la familia e imprescriptibles (Este concepto, que se extrae del ambiente jurídico y legal, significa que una persona puede reclamar por un delito cometido hace muchos años, así como también puede sostener que algunos derechos no cambian ni se pierden), entonces, con esto ultimo lo que tenemos que entender es que si por alguna razón no estamos en la comunidad, la comunidad tiene que respetar nuestras tierras, no pueden por ninguna razón posesionarse de ellas porque la ley nos da la razón, podemos reclamarlas el día que queramos volver a la comunidad o en su caso nos vamos a los tribunales. Y el Estatuto Comunal dice que pasado un tiempo suficiente en el que no estamos en la comunidad para seguir siendo acreedores de nuestras tierras, el Comisariado Comunal nos buscará y nos notificará hasta por tres ocasiones para presentarnos en la comunidad y aclarar nuestra situación, sólo en caso de no presentarnos a esos tres citatorios, la asamblea comunitaria determinara el nuevo destino de nuestras posesiones dentro de la comunidad. Por ello es de suma importancia revisar el documento mencionado para que el comisariado no pase por encima de los acuerdos ahí suscritos entre las partes y aprobado en asamblea comunitaria con representación de los migrantes en el año 2007.

En las comunidades de México los problemas por la posesión comunal de la tierras se crearon por las políticas gubernamentales de concentración de los medios de producción y del abandono en las políticas agropecuarias, así como por tratar de exterminar a los grupos indígenas; poco a poco el gobierno ha ido implementando políticas que en vez de mejorar los pilares sociales, laborales, de salud y económicos, estos se fueron debilitando, cayeron los precios de producción y en vez de mejorar los precios de los productos del campo estos fueron bajando, como sucede con el maíz y café sobre todo, e inició un programa fuerte de importación de productos de la canasta básica, esto perjudicó de manera espectacular porque a treinta años de su puesta en marcha, la migración de la gente de las comunidades a las urbes es enorme y los que se quedaron en las comunidades cambiaron su manera de pensar y con ello el de trabajar, ahora ya no se siembran las semillas para producir alimentos para la familia, sino que ya se busca en los resultados del trabajo un bien económico, lo que a debilitado la estructura familiar y comunitaria.

Por otro lado, la forma privada de poseer la tierra es de carácter más reciente y se resume en que cada quien se rasque como puede, y que quien come más pinole traga más saliva o lo que es lo mismo como la forma en que vivimos fuera de nuestra(s) comunidad (es), ahora mismo.

Primero, para vivir en propiedad privada, está el impuesto de “predial”, sobre ese impuesto y otros como la tenencia de vehículos o por bienes de consumos de lujo o los que cree el ejecutivo del país en el que se habite se apliquen, de ahí se cubren ciertas necesidades, como compostura de caminos, pavimentos, escuelas, pago de vigilancia y de gobernantes como los conocemos, pero no existe la solidaridad entre vecinos a excepción de que sea en familia o con unas cuantas persona de la calle donde se vive para comentar el futbol o alguna noticia interesante, pero nomás. La diferencia con la comunidad es que en esta última hay un servicio para beneficio del pueblo, no tiene pago en especie sino que es el uso de la tierra la manera en que se remunera el servicio que se presta a la comunidad.

Sobre el pago de impuestos hay algunos que son generalizados como la luz, que se aplican por parejo a todos los habitantes de la federación que es el conjunto de estados que conforman la república en la que estamos inmersos y por ello se tienen que pagar y se paga el agua aunque sea comunal porque se utiliza cierta cantidad de infraestructura para que pueda llegar hasta los domicilios de las personas, pero bien no puede pagarse si así lo considera la asamblea comunal porque pueden tomarse recursos económicos por ejemplo, de la venta del monte.

Sobre los impuestos por el uso de la tierra en comunidades es en acuerdo de asamblea, ellos deciden si se paga o no, por esa razón varios comuneros no han pagado predio alguno con excepción de las tierras que fueron manifestadas como solares y parcelas en el registro civil y que es violatorio del uso de tierras comunales, en las cuales tampoco se permite el lucro de la tierra sino que para sobresalir y tener una mejor posición social del resto de los comuneros sólo hay que ser trabajador y sembrar y cosechar lo adecuado y necesario para el consumo humano y en la familia, los excedentes sirven para intercambiar por otros productos que no se cultivan entre familias o entre localidades.

Por lo anterior manifestamos que las escrituras que tienen varios vecinos en la comunidad o comunidades son ilegitimas y eso no hace que la tierra sea propiedad de quien la posee, lo mismo vale ese documento que la palabra y el cuidado que se tiene siempre y cuando se preste el servicio que como ciudadano requiere la comunidad, con los tiempos y formas que ya se tienen establecidas para representar cada una de las comisiones o autoridades que se tienen en la estructura para que la comunidad marche de acuerdo a los tiempos en la que se encuentra inmersa.

En el transcurso del siglo XX, (de 1900 1 1999), varios intentos de modificación de tierras existieron en la comunidad Tepeuxila, entre ellos destacan entre 1914 a 1918, el deslinde que se hizo en los limites de Atatlauca y Tepeuxila, la línea original iba de la punta del cerro san Jacinto al filo del cerro del Pescado, la cual se modificó quedando los limites como ahora se conocen, sobre el río grande.

De la misma manera, años después se trataron de crear más parcelas y se fraccionaron todas la tierras que quedan hacia atrás del panteón municipal hasta llegar por el Obispo, de la Banqueta hasta pegado al cerro Cucä, sólo que casi la totalidad de predios fueron abandonados porque son improductivos y así sucesivamente, tenemos pruebas documentales de que se pretendió parcelar la zona urbana desde los años sesenta con la finalidad siempre de privatizar la tierra.

¿Hacia donde van estas políticas?, pues hacia la privatización de la tierra, ¿Qué buscan estas políticas privatizadoras?, apropiarse de los recursos de las comunidades, como la madera, las aguas y los minerales que abundan en la tierra de tepeuxila y municipios cercanos y en toda la región cuicateca, ¿Por qué no nos hacemos ricos con los recursos naturales que poseemos? Porque en principio tenemos una esencia cultural de que no somos individualistas, somos comunitaristas, además tenemos una identidad cultural que está inmersa en la naturaleza, por ello nos consideramos -parte de- y por ello convivimos y nos compartimos conjuntamente comunidad-naturaleza.

Cuando por los años 1994 a 2004,  que nuevamente se modifica el articulo 27 constitucional que nos habla sobre el derecho a la tierra, varias ideas surgieron de que hacer con las tierras en general, con las tierras parceladas y con las casas deshabitadas en Tepeuxila; se sugirió entonces por algunos avencindados que se repartieran todo el monte entre todos, y no faltaba el que ya quería para si el Ojo de agua por ejemplo, de la misma manera, integrantes del comisariado en aquel entonces hicieron un plano donde señalaban las casas deshabitadas que había dentro de la zona urbana y se querían posesionar de ellas, lo mismo sucedió con las parcelas, pero finalmente todo quedó en ideas y posteriormente en 2007 se terminó de revisar en equipo de trabajo integrado por los miembros del ayuntamiento constitucional, comisariado comunal, consejo de ancianos y una representación de los migrantes avalados por las autoridades y representantes de la comunidad, el Estatuto Comunal de Tepeuxila, que quedó establecido y aprobado en asamblea y por lo tanto desde ese año este documento es vigente, norma y regula toda problemática generada con la posesión de la tierra en la comunidad.

¿Y porque seguir viviendo así y no privatizar las tierras? En primera, porque nadie tendría el suficiente dinero para pagar sus impuestos y los deslindes que habría que hacer. Segundo, fuera de la comunidad si se vive de manera privada, pero los impuestos están a la orden del día, el número de gente que vive en dichas localidades es bastante, entonces los recursos generados por lo impuestos son suficientes para pagar a quienes hacen los “empleos” que esa localidad requiere, lo cual no puede hacerse en Tepeuxila, porque constitucionalmente está reconocida como localidad indígena y según las leyes en el estado es un municipio que se regula por usos y costumbres, entonces, las prerrogativas económicas que recibe son mínimas y no alcanzan para pagar a todos los que ejercen un servicio el cual ya no sería servicio sino sería un empleo.

Pero aún así, pretenden irse por partes, quieren privatizar la zona urbana, con lo que se generarían diversos problemas, primero, desaparecería el Comisariado Comunal, quien ya no tendría razón de ser –si sucede desde 1982 aproximadamente, cuando los señores que ahora tienen alrededor de 55 años de edad ya no quisieron prestar servicios en escuelas donde no tenían hijos-, quien va a querer ¿cuidar el monte nomás porque si?

Desde luego, que si hay quienes están interesados en ello porque han visto su minita de oro en el monte, pero aquí se rompe con el lazo comunitario de comunalidad y pasaríamos a una cuestión de violencia, porque tampoco los que estarían del lado que no les tocará el aprovechamiento del monte, que serán los menores de edad, la mujeres y los hombres mayores de edad estarían de acuerdo, ¿y los emigrados?, creo que tampoco estaríamos de acuerdo.

Ahora lo otro más fuerte que existe es que el Gobierno Federal a través de sus instancias como la Secretaría de Gobernación, (SG); la Secretaría de Medio Ambiente y Pesca, (SEMARNAT); la Procuraduría Agraria (PA), entre otras, ya están trabajando en tratar de privatizar estas tierras porque como hemos dicho, ahí tienen su minita de Oro y a ellos si que no les interesa la forma interna de vivir de los pueblos porque no conocen el valor de la cultura en general, a ellos les interesa el dinero, la ganancia que por desgracia es poca, por ejemplo, las mineras que trabajan en el país, cuando dejan de trabajar sólo le dejan de ganancias a la federación entre 1 y 2 % del total de valor que se llevan y otro tema que todos conocemos, ¿Cuántos tepeuxileños se han vuelto ricos con la venta de madera que se vende año con año desde hace 18 años aproximadamente? Si hablamos seriamente, ninguno; aunque si uno que otro a tenido el dinero suficiente para irse a Estados Unidos para tratar de engañarnos que ahí ha ido a trabajar para juntar su dinerito, pero con los amigos que tenemos allá sabemos de sobra donde trabajan, que hacen y hasta que comen, con lo cual sabemos perfectamente que su paso por alguno de los cargos que luego ocupan es que mediocremente participan de algún recurso que los compradores de madera les regalan por vender recursos que son del pueblo. O a sucedido que miembros del mismo comisariado en funciones nos han platicado de cómo se pierden los dineros de la caja del escritorio del presidente de esta comisión, como sucedió un día cuando se dejaron 50 000 pesos por la tarde y a la mañana siguiente el dinero ya amaneció en la casa de los compañeros que se tomaron el recursos y camino a sus casas se lo repartieron. ¿Cómo ven? Bueno, de los 18 años que lleva Tepeuxila vendiendo madera, sólo en tres ocasiones han repartido parte de los ingresos que se obtienen por dichas ventas ¿y el resto de los años? Bueno, lo de un año se tomó para pavimentar unos tramos de calles ¿y los otros años? Ah, ¿ya párenle no?, porque tanto cuestionamiento; por ahí deben de estar.

Bueno entonces lo que concluimos de esto ultimo es que 1) Si el dinero se repartiera entre los comuneros año tras año, los comuneros vivirían mejor (o que vivan a su gusto) y se dieran cuenta efectivamente cual es la solidaridad y la comunalidad de vivir de esa manera y 2) Cómo no se hace así, entonces hay quienes ven en el monte su minita de oro y por eso quieren que se privatice la tierra, 3) y otros, tienen que irse de su tierra natal, a) por abusivos y tienen cuentas pendientes con su comunidad y/o b) porque tienen que justificar con su familia y comunidad recursos económicos mal habidos.

Entonces, en general, todo lo anterior lleva a algo que se conoce como descomposición social, o sea se rompe con el tejido medular de la comunidad, es así como si se rompiera con el espinazo de un cuerpo humano, entonces lo que sucede es parecido, sólo que las causas y efectos son distintos y diversos y al paso de los tiempos cuando nos ponemos a tratar de ver que hay en todo ello, encontramos, asesinatos, robos, migración, cambio de hábitos en el trabajo que finalmente repercute en las familias y en la sociedad en general porque lo mismo que vemos en Tepeuxila, sucede en Tlacolula, en Atlapulco, en la comunidad o ejido en donde nos paremos, y mientras entre comuneros o ejidatarios nos estamos desintegrando el “capital” o neoliberalismo o globalización que son las políticas económicas que se viven del desquebrajamiento de lo que es comunal o de los pueblos, que están detrás del pensamiento mezquino de “lo privado” salen ganando a diestra y siniestra apoderándose de las riquezas naturales y minerales que por muchos años estuvieron en el reguardo de los pueblos y que nuestros bisabuelos, abuelos y padres no tocaron con fines lucrativos sino únicamente para los usos necesarios de vivir armónicamente con el medio natural donde se encontraban. Así es lo efímero, lo moderno, lo que no sirve mucho, lo que tiene fecha de caducidad, lo que enferma, lo que es cancerígeno como el –malation- que es un químico que emplean para fumigar las plantas de jitomate en los invernaderos es lo que nos esta dejando esta manera de modernización privada que poco a poco está metiéndose hasta la cocina de las comunidades y solo está trayendo, enfermedades como la diabetes, que es una enfermedad vieja en las ciudades pero de reciente aparición en comunidades indígenas y nos preguntamos porque y como argumentamos en este párrafo, las formas de vivir se están trastocando sin que analicemos las repercusiones que finalmente son destrucción y muerte.