sábado, 6 de octubre de 2012
MILITARES AL SERVICIO DE MINERAS CANADIENSES
*Acusan a Elementos del Ejército Mexicano de Servir a los Extranjeros en su Intento por Despojarlos de sus Tierras
Por María de Lourdes Martínez González
Periodista y Conductora de Frecuencia Laboral
La Comisión Nacional de Derechos Humanos envió a uno de sus visitadores al ejido "La Sierrita", en Durango, a investigar una denuncia que interpusieron los ejidatarios en contra de elementos del Ejército Mexicano, a quienes acusaron de haberlos golpeado siguiendo órdenes de empresarios mineros canadienses, para intentar disuadirlos de su lucha por recuperar sus tierras
En entrevista con Frecuencia Laboral, el ex presidente Ejidal, Juan Daniel Pacheco, informó que el 19 de septiembre del 2012, el visitador de la CNDH se entrevistó con los ejidatarios, quienes tomaron los accesos de la mina “La Platosa”, desde el domingo 8 de julio del 2012, tras el incumplimiento de los representantes de la transnacional candiense Excellon Resources del convenio que firmaron hace 8 años para que los extranjeros explotaran sus tierras mineras, a cambio de generar ganancias, empleo y agua para los habitantes del lugar.
Los canadienses incumplieron el 75% de los compromisos de su contrato. El empleo que generaron fue poco, mal pagado y bajo el control de un sindicato que se maneja con golpeadores y el garrote. No han repartido ganancias y el agua que extraen del subsuelo, lejos de regalarla al pueblo la venden. (Leer Noticia Relacionada: "MINERA CANADIENSE DESPOJA A EJIDATARIOS DE DURANGO")
El 28 de agosto del 2012 alrededor de las 6:00 de la mañana, elementos de la Policía Federal, estatal de Durango, municipal de Mapimí y el Ejército Mexicano penetraron el plantón del Ejido La Sierrita y de trabajadores de la Sección 309 del Sindicato Nacional Minero. Estos últimos reclaman su derecho a la libre sindicalización, porque los obligaron con la presencia de golpeadores a votar por un sindicato al servcio de la empresa, que encabeza Carlos Pavón.
Entraron a laborar distintos empleados, pero a los trabajadores que son habitantes del ejido y que apoyan su lucha por la recuperación de su tierra, les impidieron el paso.
Por lo cual, tanto ejidatarios como trabajadores volvieron a tomar el paso de la mina, que es parte del ejido "La Sierrita" y, mediante una demanda por uso indebido de explosivos, que interpuso el sindicato minero que encabeza Napoleón Gómez Urrutia, lograron que la Secretaría de la Defensa Nacional, ordenara que se pararan labores en "La Platosa".
El 07 de septiembre del 2012, previo a las fiestas patrias, elementos del ejército mexicano al servicio de la empresa extranjera Excellon Resources, intentó golpear a los ejidatarios y trabajadores, para que retiren su plantón, denunció el ex presidente Ejidal, Juan Daniel Pacheco, razón por la cual intervino la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
TOMADO DE: http://www.frecuencialaboral.com/minalasierritaintervienecndh2012.html
miércoles, 30 de mayo de 2012
Nuestro dolor no cabe en las urnas
Adolfo Gilly
En la mañana del lunes 28 de mayo el Movimiento por la Paz con Justicia
y Dignidad (MJPD) organizó en el Castillo de Chapultepec una reunión con los
cuatro candidatos para la elección presidencial del 1º de julio próximo. Las
crónicas refirieron, con mayor o menor fidelidad, lo que respondió cada uno de
ellos a las interpelaciones de Javier Sicilia y Emilio Álvarez Icaza, voceros
del MPJD.
Lo que algunos escuchamos fue sobre todo cuanto dijeron a los candidatos
algunas de las víctimas, con palabras estranguladas por el dolor. Trataré de
repetirlo, y conste que no estoy llamando a no votar, ni a votar en blanco.
* * *
Con voz entrecortada por los sollozos o por la ira, la señora Margarita
dijo a Josefina Vázquez Mota, candidata del PAN:
Soy Margarita Lopez Pérez, madre de Yaharia Guadalupe, una joven de 19
años casada con un militar que fue desaparecida en Tlacolula de Matamoros,
Oaxaca, el 13 de abril de 2011. Fui a pedirle al secretario de la Defensa que
me ayudara a encontrarla y no se hizo responsable porque era civil, aun cuando
mi yerno era parte de las fuerzas armadas.
No hubo solidaridad, trato humano o sensibilidad por parte de las
instituciones que se supone nos deben defender y proteger.
Las autoridades me dicen que hay un cuerpo. Afirman que es ella por el
ADN, pero una madre reconoce a su hija.
Qué va a hacer usted para encontrarlos? ¿Qué va a hacer para que los
cuerpos encontrados en fosas clandestinas sean, no sólo identificados, sino
tratados dignamente?
¿Qué sentiría de ir a un Semefo y tener que buscar a sus hijos entre
cuerpos amontonados, destrozados y en estado de descomposición, ni siquiera
dignamente refrigerados? Imagine el dolor que eso significa para una madre,
para las que están hoy frente a usted.
La ciudadanía se indigna y se asusta al ver 49 torsos en la calle… En
cada morgue hay igual número de cuerpos o más, pero nadie les pone atención
porque no están en la vía pública.
¿Qué respuesta me va a ofrecer como madre de desaparecida? ¿Me va ayudar
a encontrar a mi hija? ¿Va a acompañarme a buscar a mi hija a las morgues y las
fosas comunes? ¿Me acompañará a mí y a las miles de madres más? Son 20 mil
madres que no pueden llevarle flores a sus hijos o derramar una lágrima en sus
tumbas. (...)
Lo más grave es que la búsqueda de justicia implica un riesgo: se nos
amenaza, tanto por criminales como por autoridades, para no hacer ruido, para
olvidarnos de nuestros familiares. Algunos de nosotros hemos tenido que huir de
nuestros hogares e incluso del país porque el Estado no nos protege y hemos perdido
compañeros, como don Nepomuceno Moreno, acribillado a plena luz del día en
Sonora. (...)
Exigimos justicia para todos sin importar su capacidad económica o
situación social. Respóndame como mujer, como madre, no como política porque
nuestro dolor no cabe en las urnas.
Josefina Vázquez Mota prometió acompañarla personalmente. Se la veía
conmovida.
Pero como candidata del partido del Presidente, no encontró nada que
contestar.
* * *
Enrique Peña Nieto tuvo que escuchar a las víctimas de Atenco en la voz
de la señora Trinidad Ramírez. Les prometió que en las represiones futuras
habrá un protocolo. Pero también oyó lo que sigue y nada atinó a decir:
Soy José Carlos Castro Gurrola, del estado de Veracruz. El mundo se me
vino encima el 6 de enero de 2011, en Jalapa. Ese día entraron a mi domicilio y
sustrajeron a mi esposa: Josefina Campillo Carreto de 49 años de edad; a mis
hijas Joahana Montserrat Castro Campillo, pasante de arquitectura a días de
presentar su tesis profesional, y Karla Verónica de 19 años, estudiante de
tercer semestre de diseño gráfico, y a Araceli Utrera, empleada doméstica de 19
años.
He visto a procuradores en turno, elementos de la Agencia Veracruzana de
Investigación e innumerables peritos, sin obtener respuestas puntuales o
resultados concretos. Muy pronto la autoridad perdió el interés, y el caso de
mi familia fue turnado al ámbito federal.
He estado en dos reuniones en Chapultepec con el titular del Ejecutivo,
el secretario de Gobernación y la procuradora general de la República, pero
estas gestiones no han sido suficientes para poder localizar a mis seres
queridos.
La frustración ha sido inmensa. No acabo de comprender su ausencia.
Llegar a casa, ver sus recámaras con sus efectos personales, tal como ellas las
dejaron, o sus fotos; escuchar lo que a ellas les gustaba. Compartir sus
aspiraciones, vivir en la memoria de los mejores tiempos que se han ido. Porque
vivir esta vida no se puede. (...)
Ha sido más difícil ser atendido por Javier Duarte (gobernador de
Veracruz), militante del PRI que lo postula a usted, que por el gobierno
federal.
¿Si usted fuera presidente de México, qué haría para que regresaran
nuestros familiares a casa?
¿Qué hará usted con una policía que sólo denigra a parientes
desesperados por saber algo de sus hijos, hijas, padres, hermanos? ¿Con
Ministerios Públicos que se venden al mejor postor? ¿Con averiguaciones previas
que se integran con meses o años de retraso, porque a las familias agraviadas
nadie les cree? (...)
¿Por qué debemos creerle, señor Enrique Peña Nieto, si ahí donde su
partido y usted mismo han gobernado se han instalado la corrupción, el crimen,
el asesinato de mujeres y la impunidad?
No hubo respuesta del candidato.
* * *
La señora María Ignacia González Vela, también con llanto en la voz,
dijo a Andrés Manuel López Obrador:
Soy María Ignacia González Vela, originaria del estado de Puebla, tengo
a mis hijos Andrés y Braulio de 36 y 22 años desaparecidos en Reynosa,
Tamaulipas, el 27 de marzo de 2011.
Si usted llega a la Presidencia, ¿qué estrategia implementaría para
detener la absurda guerra que ha costado más de 60 mil muertos, y cómo construir
la paz? (…)
¿Qué sentiría usted si al llegar al Ministerio Público de Reynosa
recibiera ofensas de las autoridades, que lo discriminaran y ofendieran?
Cuando llorando formulé la denuncia el funcionario me dijo: cállese la
boca y me sacó con prepotencia y arrogancia. Nunca pude levantar la
denuncia. En Monterrey quisieron relacionar a mi hijo con cosas malas y botaron
el caso a Tamaulipas y ahí ninguna autoridad me hizo caso y nunca encontré
ayuda de nadie. Fui con los militares, a la zona militar de Monterrey, y el
subcomandante me dijo que qué hacia ahí buscándole:váyase, porque esto está muy
peligroso y no se resuelve nada.
Tenemos que lograr la verdad, recuperar la memoria. No se olvide si
llega a ser presidente lo que le estamos pidiendo, desde nuestro dolor de
madres.
Dos muy jóvenes mujeres del estado de Guerrero, bajo gobiernos sucesivos
del PRD, dijeron a Andrés Manuel López Obrador:
Soy Coral Rojas Alarcón, de la Organización de Campesinos Ecologistas de
la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán, en el estado de Guerrero. Soy
víctima por el secuestro de Eva Alarcón Ortiz, mi madre. La persona que está a
mi lado es Victoria Bautista Bueno. Somos hijas de los campesinos ecologistas
Eva Alarcón Ortiz y Marcial Bautista Valle, coordinadora y presidente de la
organización. (...) Ellos fueron secuestrados el 7 de diciembre de 2011, cuando
viajaban a la ciudad de México a una reunión con el Movimiento por la Paz con
Justicia y Dignidad.
Nuestros temas siempre han sido en torno al cuidado del medio ambiente y
los recursos naturales, pero ahora estamos aquí como víctimas de la complicidad
entre delincuencia, algunas autoridades y la impunidad imperante en el país.
(...)
Han pasado cinco meses y 22 días de la desaparición forzada y seguimos
en espera de resultado. (...) Nos tocó vivir una situación de inseguridad por
la delincuencia organizada y, como es conocido en muchos casos, por el
involucramiento de autoridades del estado. (...)
En nuestro caso es la participación de 25 policías, entre ellos municipales
y ministeriales del municipio de Tecpan de Galeana, Guerrero, estado que
gobierna su partido. Hemos recibido amenazas e intentos de soborno para callar
nuestras bocas por parte de funcionarios perredistas. Pero no nos callaremos.
Somos una muestra de lo que sufren cientos de familias, miles de personas.
(...)
Le preguntamos, señor candidato, a qué se va a comprometer, aquí y
ahorita. Nosotros creemos que la palabra es compromiso, es palabra verdadera.
¿Lo toca nuestro dolor? Es el dolor de miles que se encuentran con el corazón
lastimado, miles que cargan con pérdidas irremediables. Las víctimas, y es
penoso que nosotras se lo tengamos que recordar, no han aparecido en su agenda.
(...)
Esperamos que usted esté a la altura de la situación. Sabemos que el
panorama es difícil, penoso y que sólo los ciudadanos unidos podemos entre
todos sacar adelante la nación.
La señora María Ignacia González Vela y las jóvenes Coral Rojas Alarcón
y Victoria Bautista Bueno tampoco recibieron respuesta. Menos aun la tuvo el
caso del profesor chiapaneco Alberto Patishtán, preso desde hace 12 años por un
delito inventado.
Los candidatos hablaron de varias cosas, institucionales y no. Las
víctimas allí presentes, protagonistas reales del encuentro, una vez más
asumieron el alto riesgo de testimoniar en México.
martes, 29 de mayo de 2012
DON TIMOTEO, LOS
LADRILLOS Y LA TEJAS EN TEPEUXILA.
nSaa Tii Iyaá
Elaborado
por: CEREC
Mayo de
2012
Eran los últimos años del siglo XIX, allá por la década de 1880
aproximadamente, y las paredes de las casas en Tepeuxila en su mayor parte seguían siendo de palitos o
carrizos aplanados con lodo y los techos cubiertos de zacatillo o zacatal y se
vinieron los cambios que trae la “modernización” y con ello el querer mejorar
las condiciones de vida que uno tiene a semejanza de los de fuera y se
iniciaron las construcciones de casas de paredes de adobe y los techos se
hicieron de madera, morillos y tablas y los pilares de los corredores se
hicieron con ladrillos y finalmente las casas techadas de tejas.
Sólo que el problema, nadie sabía hacer las tejas ni los ladrillos,
entonces las autoridades estaban construyendo el primer salón de actos
culturales de la escuela primaria que estaba -para quienes no lo conocieron- al
lado sur de la iglesia, en donde ahora se encuentra el auditorio de la
comunidad.
El salón era grande y contaba con un espacio para el público,
un foro y un salón donde los participantes se vestían para salir a la
actuación, además de un corredor donde los que ya no cabían en el salón
pudieran escuchar la música o las participaciones aunque ya no alcanzarán a ver
los espectáculos. Recuérdese que en ese tiempo vivían en la comunidad
aproximadamente 1000 vecinos.
Bueno, entonces como no había los ladrillos y tejas en la
comunidad estos se compraban o se acarreaban desde Cuicatlán y a lomo de humano
o de burro o de mula o de caballo según las propiedades animales de los
comuneros, se hacía llegar el material hasta la comunidad distante a unos 30
kilómetros de distancia entre comunidad y comunidad, cada comunero tenía la
responsabilidad de llevar la cantidad de material que se le había designado, y
en el transcurso del viaje se atravesaban tierras de las comunidades de San
pedrito Chicozapotes y Tutepetongo.
La gente que habita San Pedrito, son mestizos y negros y
gente que habita Tutepetongo son indígenas cuicatecos como los de la comunidad
Tepeuxila, entonces, cuando los san pedreños se enteraron del trabajo que
realizaban los de Tepeuxila, estos iniciaron a mofarse de ellos y cuando los
encontraban en el camino cargando sus tejas o ladrillos les decían “¿pinches
indios pata rajadas que no hay tierra en donde ustedes viven que están
acarreando tierra desde Cuicatlán?, ese
material que cargan es de tierra” y como los tepeuxileños siempre han sido
muy resentidos de lo que se les dice, iniciaron a dudar y a buscar la manera de
como poder hacer el material en la misma comunidad y no estarla acarreando desde
Cuicatlán.
De esa manera, quien representaba el cargo de Presidente
Municipal en aquel año, se reunió en Asamblea Comunitaria para buscar el
acuerdo y el aval para que la autoridad municipal buscara a una persona que
pudiera ir a ala comunidad para elaborar los ladrillos y las tejas y de paso
que les enseñara a los habitantes de la comunidad a trabajar el procesamiento
del barro para hacer los ladrillos y tejas.
Así fue como después de varios meses de búsqueda se pudo
contratar los servicios del señor Timoteo, originario de Celaya, Guanajuato;
quien llegó a Tepeuxila para trabajar los ladrillos y tejas en la propia
comunidad y así se evitó el esfuerzo por llevar dichos materiales desde tan
lejana distancia.
Posteriormente, ya en los años recientes, de 1950 hasta 1985,
aún trabajaron la elaboración de estos materiales en la comunidad y quienes
aprendieron el oficio fueron entre otros, Pantaleón Cruz Méndez+,
Porfirio Cruz, Lázaro Neri, Daniel Vásquez Y Pedro Villegas+.
Del señor Timoteo poco se sabe, nunca más regreso a su
tierra, falleció en Tepeuxila y no hay registros de que haya tenido
descendencia familiar, también desconocemos sus apellidos, pero aún se puede
apreciar su trabajo en los ladrillos que se encuentran en el arco de la entrada
del panteón municipal.
lunes, 28 de mayo de 2012
La
territorialidad de la dominación
CARLOS FAZIO
La actual fase de intervención estadunidense en
México responde a la agenda militar global de la Casa Blanca definida en un
documento del Pentágono de marzo de 2005. Como parte de una guerra imperial de
conquista, el plan, que apoya los intereses de las corporaciones de Estados
Unidos en todo el orbe, incluye operaciones militares (directas, sicológicas o
encubiertas) dirigidas contra países que no son hostiles a Washington, pero que
son considerados estratégicos desde el punto de vista de los intereses del
complejo militar, industrial, energético.
Una orientación del documento era el
establecimiento de asociaciones con estados debilitados. A su vez, bajo el
disfraz de la guerra al terrorismo y la contención de estados delincuentes, se
promovía el envío de fuerzas especiales (boinas verdes) en operaciones
militares de mantenimiento del orden (funciones de policía) y equipos pequeños
de soldados culturalmente espabilados para entrenar y guiar a las fuerzas
autóctonas. Parte de esas actividades serían realizadas por compañías privadas
de mercenarios subcontratadas por el Pentágono y el Departamento de Estado.
Como parte de una guerra de ocupación integral, la
intervención estadunidense en curso responde a nuevas concepciones del
Pentágono sobre la definición de enemigos (el enemigo asimétrico, no
convencional, verbigracia, el terrorista, el populista radical, el traficante
de drogas). Lo que ha derivado en las guerras asimétricas de nuestros días, que
no se circunscriben a las reglas establecidas en los códigos internacionales y
evaden las restricciones fronterizas de los estados.
La ocupación integral de México forma parte de la
dominación de espectro completo, noción diseñada por el Pentágono antes del 11
de septiembre de 2001, que abarca una política combinada donde lo militar, lo
económico, lo mediático y lo cultural tienen objetivos comunes. Dado que el
espectro es geográfico, espacial, social y cultural, para imponer la dominación
se necesita fabricar el consentimiento. Esto es, colocar en la sociedad sentidos
comunes, que de tanto repetirse se incorporan al imaginario colectivo e
introducen, como única, la visión del mundo del poder hegemónico. Eso implica
la manipulación y formación de una opinión pública legitimadora del modelo.
Ergo, masas conformistas que acepten de manera acrítica y pasiva a la autoridad
y la jerarquía social, para el mantenimiento y la reproducción del orden
establecido.
Para la fabricación del consenso resultan claves
las imágenes y la narrativa de los medios de difusión masiva, con sus mitos,
mentiras y falsedades. Apelando a la sicología y otras herramientas, a través
de los medios se construye la imagen del poder (con su lógica de aplastamiento
de las cosmovisiones, la memoria histórica y las utopías) y se imponen a la
sociedad la cultura del miedo y la cultura de la delación.
La manufactura de imaginarios colectivos busca,
además, facilitar la intervención-ocupación de Washington con base en el
socorrido discurso propagandístico de la seguridad nacional estadunidense y/o
la seguridad hemisférica. Con tal fin se introducen e imponen conceptos como el
llamado perímetro de seguridad en el espacio geográfico que contiene a Canadá,
Estados Unidos y México, que, como parte de un plan de reordenamiento
territorial de facto, fue introduciendo de manera furtiva a nuestro país en la
Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (Aspan, 2005).
La Aspan (o TLCAN militarizado) incluye una
integración energética transfronteriza subordinada a Washington y megaproyectos
del capital trasnacional que subsumen los criterios económicos a los de
seguridad –justificando así acciones que de otro modo no podrían ser admitidas
por ser violatorias de la soberanía nacional– y una normativa supranacional que
hace a un lado el control legislativo, mientras se imponen leyes
contrainsurgentes que criminalizan la protesta y la pobreza y globalizan el
disciplinamiento social.
El manejo de los medios privados bajo control
monopólico permite, también, el aterrizaje de doctrinas como la referente a los
estados fallidos que, por constituir un riesgo a la seguridad de Estados
Unidos, deben quedar bajo su control y tutela. Ayer Colombia, Afganistán, Irak.
Hoy Libia, Pakistán, Siria, México.
La fabricación mediática de México como Estado
fallido durante la transición Bush/Obama en la Casa Blanca (enero-febrero de
2009) incluía la previsión de un colapso rápido y sorpresivo, lo que según el
comando central del Pentágono no dejaría más opción que la intervención militar
directa de Washington. Entonces, la posibilidad de un colapso fue atribuida al
accionar de grupos de la economía criminal y llevó a una acelerada
militarización del país, con la injerencia directa del Pentágono, la Agencia
Central de Inteligencia, la Oficina Federal de Investigación, la agencia
antidrogas DEA y otras dependencias estadunidenses en el territorio nacional,
bajo la mampara de la Iniciativa Mérida, símil del Plan Colombia.
De manera sospechosa, a mayor militarización –vía
la presencia del Ejército y la Marina de guerra en las calles y carreteras del
país– mayor violencia. Una violencia caótica y de apariencia demencial, que de
manera encubierta fue alentada y potenciada por grupos paramilitares y
mercenarios que actúan bajo la fachada de empresas de contratistas privados, según
el guión diseñado por el Pentágono en marzo de 2005. Igual que antes en
Colombia y Afganistán y, después de la invasión, en Irak.
Pero dado que en México los movimientos rebeldes
permanecen en una tregua armada y de acumulación de fuerzas, a través del
terrorismo mediático se han venido impulsando matrices de opinión que permitan
la aplicación de prácticas contrainsurgentes afines a la dominación de espectro
completo y la guerra de ocupación integral, tales como narcoinsurgencia y
narcoterrorismo, utilizadas de manera reiterada por la secretaria de Estado,
Hillary Clinton, y otros funcionarios estadunidenses.
La ocupación integral de México se inscribe dentro
de las guerras en curso del Pentágono en el mundo. Con Felipe Calderón los
estrategas militares estadunidenses obtuvieron vía libre para sus acciones de
contra narcoterrorismo en el territorio nacional. Con esa bandera, el
Departamento de Defensa estadunidense desplegó tres agencias de inteligencia y
espionaje en México: la Agencia de Inteligencia Militar (DIA, por sus siglas en
inglés), la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO) y la Agencia de Seguridad
Nacional (NSA), que operan desde la Oficina Bilateral de Inteligencia,
instalada en Paseo de la Reforma 265, en el Distrito Federal.
En apariencia, el curso de la guerra de ocupación
integral en México no ha tenido buenos resultados. El 13 de marzo, el jefe del
Comando Norte del Pentágono, Charles Jacoby, cuestionó ante el Senado de su
país el saldo de la lucha antidrogas. Al testimoniar ante el Comité de
Servicios Armados, el general Jacoby consideró inaceptable la cifra de muertos
y dijo que era muy temprano para estimar si se está ganando o perdiendo la
guerra. Afirmó que la estrategia de decapitación de grupos criminales ha sido
exitosa, pero no ha tenido un efecto positivo aceptable y la violencia se ha
incrementado.
El 28 de marzo, el secretario de Defensa, Leon
Panetta, señaló que el número de muertos en México llegó a 150 mil, cifra que
triplica la manejada oficialmente por las autoridades locales, de 47 mil 500
para el periodo 2006-2011. Ex jefe de la CIA y una de las personas mejor
informadas de Washington, Panetta hizo esa afirmación durante la primera
reunión de ministros de Defensa de Canadá, Estados Unidos y México, en Ottawa,
en presencia de los secretarios mexicanos de la Defensa Nacional y de Marina,
Guillermo Galván y Frrancisco Saynez. La declaración fue seguida de un dudoso
desmentido.
Los aparentes malos resultados de la guerra en
México podrían obedecer a una lógica distinta de la que se pregona de manera
pública. El número de muertos y el aumento de una violencia caótica de
apariencia demencial podrían obedecer a una política de desestabilización y
exterminio dirigida a debilitar aún más al país para propiciar su
balcanización, en particular de la zona fronteriza con Estados Unidos.
En mayo de 2010 México y Estados Unidos emitieron
la Declaración para la administración de la frontera en el siglo XXI. La franja
fronteriza ha sido definida como un área clave de la llamada seguridad
energética colectiva, que incluye la generación e interconexión de electricidad
y la exploración y explotación segura y eficiente de hidrocarburos (petróleo,
gas) y agua.
A siete años de la entrada en vigor de la Alianza
para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (Aspan, 2005) y cinco
del lanzamiento de la Iniciativa Mérida (2007) que militarizó el norte de
México, no se entiende que siendo la seguridad energética colectiva la
prioridad número uno de Washington, Tamaulipas reúna las características de un
Estado fallido.
Tamaulipas es rico en hidrocarburos, incluidos los
yacimientos de gas shale en la cuenca de Burgos. Además, limita con Texas
(estado petrolero por excelencia de Estados Unidos) y con el Golfo de México,
asiento de los hoyos de dona (el tesorito en aguas profundas) y considerado el
mare nostrum de los estadunidenses. Dado que Tamaulipas y el Golfo de México
son puntos sensibles de la seguridad energética de Washington, ¿estaremos
asistiendo a una violencia provocada cuyo fin es el desplazamiento forzado de
población y una eventual balcanización de esa porción del territorio nacional?
La lógica de una desestabilización encubierta
dirigida a provocar un desmembramiento territorial podría explicar la llegada
al país del embajador Earl Anthony Wayne y del agregado militar Colin J.
Kilrain. Perteneciente a una generación de diplomáticos expertos en
intervenciones, Wayne, quien se desempañaba como embajador adjunto en
Afganistán, fue escogido en función de los intereses expansionistas de Estados
Unidos. Especialista en administrar a la llamada comunidad de inteligencia, a
su perfil de experto en contrainsurgencia, terrorismo, lavado de dinero e
incautación de activos de la economía criminal, Wayne suma habilidades en temas
económicos, comerciales y energéticos. Su nombramiento está cargado de
simbolismos. Si el defenestrado Carlos Pascual era especialista en estados
fallidos, el relevista Wayne viene de Kabul, donde estaba dirigiendo una
invasión bajo la pantalla de combatir al terrorismo. Su misión, ahora, es
profundizar la estrategia de desestabilización en México. Llegó a hacerse cargo
de la guerra de Calderón y a orientar la sucesión presidencial.
El arribo en marzo del nuevo agregado militar de
Estados Unidos, contralmirante Colin Kilrain, quien hasta su nombramiento se
desempeñaba como director encargado de combate al terrorismo en el Consejo de
Seguridad Nacional (CNS) en Washington, refuerza esa percepción. Antes de su
misión en el CNS, Kilrain era comandante de las fuerzas especiales Seal
–acrónimo desea, air and land: mar, aire y tierra–, las unidades de élite de la
Marina. En los años 90 participó en la invasión militar a Haití y en la guerra
de los Balcanes que fragmentó a la ex Yugoslavia; después apoyó la Operación
Libertad Duradera en Afganistán y se integró a la Operación Libertad para Irak,
desde donde coordinaba acciones en Pakistán
Con el envío de Wayne y Kilrain el mensaje de
Barack Obama es claro: la guerra debe continuar. A ello obedecería el abrupto
cambio de discurso del presidente Felipe Calderón y el secretario de la Defensa
Nacional, general Guillermo Galván. Del lenguaje triunfalista (vamos ganando
por goleada), se pasó a la aceptación de que grupos criminales han conformado
un Estado paralelo, imponen su ley y cobran cuotas. La admisión de México como
Estado fallido es la excusa perfecta para profundizar una intervención
encubierta que podría derivar en una balcanización del país.
En su fase actual, la lógica de una
desestabilización encubierta con fines de una balcanización territorial
–parcial o total– de México se apoya en la guerra sicológica y en la guerra
sucia. A ambas modalidades bélicas les es consustancial la propaganda. La
propaganda de guerra. Mediante la propaganda se fabrica la verdad oficial. En
el proceso de manufacturación de una verdad colectiva el objetivo es lograr que
aparezca como verdadero lo falso. La realidad cotidiana es negada como tal y
redefinida por la propaganda gubernamental. Los continuos partes oficiales (del
Ejército, la Marina, la Policía Federal o estatal) se convierten en
la realidad, por más obvia que sea su distorsión de los hechos. En ese
ambiente de mentira institucionalizada los medios realizan una verdadera
inversión orwelliana de las palabras. Y como en toda guerra el enemigo
llega a ser –aunque no siempre de manera explícita– la referencia fundamental
del quehacer social, identificar quién es enemigo de quién y de qué manera lo
es, son preguntas que en muchos casos tienen menos que ver con realidades
objetivas que con construcciones elaboradas mediante una calculada manipulación
de la realidad.
Como principal procedimiento de la guerra
sicológica, la propaganda consiste en “el empleo deliberadamente planeado y
sistemático de temas, principalmente a través de la sugestión compulsiva […]
con miras a alterar o controlar opiniones, ideas y valores y, en última
instancia, a cambiar actitudes manifiestas según líneas predeterminadas”.
Frente a la inercia y debilidad de la conciencia pública, la ambivalencia y
confusión de las capas medias de la población son explotadas mediante la
propaganda. Los medios son uno de los principales vehículos de la propaganda.
El poder real tiene conciencia que los medios son un poder. Y lo utilizan para
incrementar el propio. Máxime, cuando, como en el caso del duopolio de la
televisión, las familias propietarias forman parte de la plutocracia mexicana.
Si la guerra sicológica busca la destrucción del
enemigo real o potencial no mediante su eliminación física, sino por medio de
su conquista síquica, la guerra sucia se dirige contra la población
civil, y como no existe una justificación, ni política ni legal, para dirigir a
las fuerzas armadas y los organismos de seguridad del Estado contra la
sociedad, la tarea se encomienda a organizaciones clandestinas o escuadrones de
la muerte –grupos de hombres armados vestidos de civil– que secuestran,
torturan, asesinan o desaparecen sospechosos de colaborar con el enemigo.
Ambas formas de guerra constituyen maneras de negar
la realidad y buscan alcanzar la victoria sobre el enemigo por medio de la
violencia y generando terror en la población. La guerra sucia se
sirve de la represión aterrorizante. Es decir, de la ejecución visible de actos
crueles que desencadenan en la población un miedo masivo, incontenible y
paralizante. A su vez, la guerra sicológica utiliza la represión manipuladora,
generando miedo mediante una sistemática e imprevisible dosificación de
amenazas y estímulos, premios y castigos, actos de amedrentamiento y muestras
de apoyo condicionado.
En diciembre de 2006, para justificar la
militarización del país como vía para profundizar el plan de reordenamiento
territorial de facto contenido en el Plan Puebla-Panamá (2001) y la
Alianza para la Seguridad y la Prosperidad (Aspan, 2005), Felipe Calderón y sus
patrocinadores en Washington tuvieron que fabricar un nuevo enemigo. Dado
que Andrés Manuel López Obrador desactivó la resistencia civil pacífica contra
el fraude electoral para evitar un baño de sangre, y que tras los laboratorios
de la mano dura en Atenco y Oaxaca (2006) las guerrillas siguieron en sendas
fases de construcción pacífica de autonomía territorial (el EZLN) y de
acumulación de fuerza (el EPR), los estrategas de la guerra de Calderón
tuvieron que fabricar un nuevo peligro para México. El enemigo
sustituto pasó a ser el narcotráfico, como la modalidad más visible de lo que
se ha dado en llamar el crimen organizado.
Hermano gemelo –en su gestación– del calderonismo,
la irrupción mediática del grupo La Familia Michoacana sintetizó y
exhibió la nueva matriz de opinión que habría de ser impuesta a la población
desde los medios: la guerra entre grupos delincuenciales por el control de los
territorios, las rutas y los mercados de la economía criminal. Una guerra de
distracción –salvaje y de apariencia demencial, pero planificada para ese fin–,
que por la vía de inflar, potenciar y posicionar en el escenario público
organizaciones delincuenciales reales o ficticias (el grupo de Joaquín El
Chapo Guzmán, Los Zetas, La Mano con Ojos y otras
sorpresas) permitió desviar la atención de la nueva guerra de conquista por los
territorios y los recursos geoestratégicos, con sus megaproyectos y una
integración energética transfronteriza ya en curso.
En forma paralela a la guerra a los malos
de Calderón –una guerra real, encubridora de la dominación de espectro completo
con fines de balcanización del territorio nacional y miles de ejecutados
sumarios, torturados, detenidos-desaparecidos y fosas clandestinas–, las usinas
de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y del Pentágono en Washington
fueron manufacturando otras matrices de opinión tales como México, Estado
fallido, narcoinsurgencia y narcoterrorismo, y otras más recientes
como narcoestado sustituto, que han venido siendo utilizadas para
profundizar la militarización de la vida cotidiana y de los principales
espacios sociales en varias partes del país. Una militarización que, con la
excusa de acabar con enclaves criminales y recuperar espacios
sin gobierno, contribuye a la omnipresencia del control prepotente y de la
amenaza represiva, como vía para imponer un nuevo reordenamiento territorial en
el marco de un Estado policial en ciernes.
Cuando el 14 de abril, durante la sexta Cumbre de
las Américas en Cartagena de Indias, Colombia, el presidente Felipe Calderón
confesó en privado a su homólogo peruano, Ollanta Humala, que en algunas partes
del territorio mexicano el narcotráfico había comenzado a remplazar funciones
del Estado como la recaudación de impuestos, pareció avalar la matriz
manufacturada en Washington tres años antes, que definía a México como Estado
fallido. Y aunque era admitir el tácito fracaso de su guerra a las
drogas después de cinco largos años de terror y muerte, Calderón volvió a
redondear la idea en Puerto Vallarta, Jalisco, tres días después, en el Foro
Económico Mundial para América Latina. Dijo allí: “Los cárteles de la
droga han conformado un Estado paralelo al suplir funciones de gobierno […]
Imponen su ley y cobran cuotas […] Estos señores tienen un comportamiento
monopólico y no quieren que entre su competencia. En lugar de vencer con precio
y calidad, se matan. Eso genera caos en algunas regiones (donde) buscan controlar
ciudades y territorios”.
Para John P. Sullivan, experto en contrainsurgencia
y contraterrorismo de la Asociación de Inteligencia del Cuerpo de Infantes de
Marina de Estados Unidos, un área donde los traficantes han logrado
establecer soberanías paralelas arrebatándole funciones al Estado es
Tamaulipas. Según él, Tamaulipas es un ejemplo de Estado fracasado a
escala subnacional o de un estado criminal liberado, donde el gobierno de
Calderón ha perdido el control, lo que de seguir la tendencia podría derivar en
un Estado criminal sustituto.
El aporte del académico de los marines es
la hipótesis de que los grupos de traficantes mexicanos han devenido en insurgencias
criminales beligerantes. A su juicio, la novedosa evolución difiere de la
insurgencia convencional, ya que su única motivación política es ganar
autonomía y control económico sobre el territorio, llenando
el hueco que deja el Estado y creando enclaves criminales. Según
Sullivan, en municipios como Ciudad Juárez (Chihuahua) y Nuevo Laredo (Tamaulipas)
grupos delincuenciales dominan mediante una cuidadosa combinación de violencia
simbólica, ataques a la policía y corrupción; recaudan impuestos, recogen
información de inteligencia, amenazan a la prensa, hacen negocios e imponen una
versión de orden que sirve a sus intereses, mientras fomentan la percepción de
que son protectores de la comunidad. Símil de los señores de la
guerra de Afganistán, han configurado zonas neofeudales en el
marco de un Estado paralelo. México sería víctima de un poderoso narcoligopolio o
un adversario parapolítico.
El término insurgencia criminal acuñado por
Sullivan –cuyos trabajos se divulgan en Small Wars Journal, publicación
cibernética fundada por ex marines– fue introducido al lenguaje del Pentágono y
la doctrina de seguridad estadunidense a comienzos de la administración de
Barack Obama por el subsecretario de Estado, James Steinberg, mano derecha de
la titular del ramo, Hillary Clinton, sobre quien tendría gran influencia
intelectual. Y la Clinton fue uno de los vehículos principales para posicionar
mediáticamente la matriz de Sullivan; incluso llegó a comparar a México con la
Colombia de hace 20 años.
En ese contexto se entenderían las coincidencias
discursiva y conceptual de Felipe Calderón de finales de sexenio con las
matrices de opinión contenidas en el nada inocente
análisis académico de Sullivan. Aunque en un intento de control de
daños con vistas al futuro, en 2010 Calderón cambió su guerra a las
drogas por lucha por la seguridad pública, simplemente se estaría
ajustando al guión que viene de Washington. La existencia de una insurgencia
criminal en México justificaría la aplicación del manual de
contrainsurgencia.
Un par de datos adicionales resultan sugerentes. En
marzo de 2009 se divulgó un documento del Departamento de Defensa
estadunidense, donde como parte de un paquete contraterrorista se
asignaba una partida discrecional por casi 13 millones de dólares
para liberar territorios en México, al margen de la Iniciativa
Mérida. En marzo de 2010, Estados Unidos y México pactaron un plan binacional
con sendos programas pilotos en las zonas fronterizas de Ciudad Juárez-El Paso
y Tijuana-San Diego, para frenar las actividades criminales en esos corredores.
Pero, lejos de decrecer, la violencia aumentó. Y se
registraron graves violaciones a los derechos humanos (detenciones ilegales,
tortura, ejecuciones sumarias, desapariciones forzosas) atribuidas a mandos
militares en Baja California y Chihuahua. Para entonces comenzaba a
convulsionarse Tamaulipas con la ejecución del candidato del PRI a la
gubernatura, Rodolfo Torre Cantú, y la aparición de fosas clandestinas. En la
escalada de desestabilización seguirían otros tres estados fronterizos con
Estados Unidos: Nuevo León, Coahuila y Sonora, a los que se sumaría más tarde
Veracruz, sobre el Golfo de México.
En vísperas de los comicios presidenciales,
la ejecución del general Mario Acosta Chaparro; el hallazgo de nueve
cadáveres colgados de un puente en Nuevo Laredo, Tamaulipas, y de 49 cuerpos
mutilados en Cadereyta, Nuevo León, así como la detención de tres generales por
presuntos vínculos con el crimen organizado, son otros tantos ingredientes que
se suman al caldo de cultivo que alimenta la matriz de México como
un Estado fallido jaqueado por una insurgencia criminal, lo que
daría pretexto ideológico y moral a la contrainsurgencia y encubriría la
infiltración de altos organismos del Estado por parte del narcotráfico. En
realidad, vía la guerra de Felipe Calderón, la administración Obama
va camino a lograr la consolidación de otra plataforma militar en el área, al
tiempo que a través de la estimulación de una violencia caótica avanza en sus
planes para una cuadriculación y un reordenamiento territorial y espacial de
México en función de los intereses del gran capital trasnacional.
viernes, 25 de mayo de 2012
LAS
COMUNIDADES Y LA FORMA
PRIVADA DE
POSEER LA TIERRA, (la situación de la tierra en Tepeuxila, Oaxaca.
Saä Ti Illaá
CERECMEXICO.
Desapareció
el uso de las monedas, las tierras eran de la comunidad,
la
jornada de seis horas, todos eran prósperos,
nadie era injusto. ¿te parece una utopía?
Pues no
lo era. La campaña. Carlos Fuentes,
1990.
En
el inicio de la civilización humana el hombre no era dueño de la tierra, sino
todo lo contrario, él pertenecía a la tierra, el hombre era nómada (generalmente hablamos
de comunidades o de pueblos
o de personas que se
trasladaban de un lugar a otro, no estaban fijos en un solo lugar.)
Fue hasta que el hombre dominó la
naturaleza e inició la explotación de esta cuando se volvió sedentario (El sedentarismo es la forma más reciente de población
humana en la cual una sociedad deja de ser nómada para establecerse de
manera definitiva en una localidad determinada a la que considera como suya).
De esta manera más o menos iniciaron los
asentamientos humanos indígenas en donde ahora conocemos que habitan los
pueblos como el pueblo cuicateco o cualquiera que conozcamos con raíces
prehispánicas, porque la historia de las ciudades modernas es distinta y
nosotros como pueblos indios fundamos nuestros lugares antes de que existiera
toda ciudad hasta ahora conocida en México.
“Algunos especialistas suponen que este grupo indígena (el
cuicateco) tiene como antepasados a emigrantes toltecas que, a la caída de Tula
(siglo XI), se dirigieron al norte de Oaxaca. Esto fue más o menos por el año
del 1001 al 1100 de nuestra era.”
“Se sabe que los cuicatecos, establecidos a orillas del río
Cuicatlán, fueron invadidos por gente de Almoloya. Con ayuda del señorío
mixteco de Yanhuitlan, consiguieron librarse de los invasores, sin embargo se
vieron obligados a pagarles tributo.” De esta manera, Usila fue creada con
gente de lengua mixteca y resultado que hasta la fecha, comunidades cercanas a
esta cabecera municipal aún siguen hablando Cuicateco-Mixteco, inclusive hasta
la cabecera municpal de Santa Ana Cuauhtémoc.
Años más adelante también tuvieron problemas con la gente
negra que llegó a poblar las comunidades sobre la vertiente del río grande en
las localidades de Valerio Trujano, Quiotepec, San Pedrito, El Chilar y los
Obos entre otros, lo anterior determinó la ubicación del pueblo cuicateco, su
territorio y sus comunidades, como las conocemos en la actualidad. (Esta parte
de la historia falta por documentar).
De esta manera una vez ya establecidas las comunidades llegan
los españoles a imponer sus creencias religiosas a todo México entre ellas la
comunidad cuicateca y las localidades como Tepeuxila; reconcentraron en el
lugar a donde ahora habitan los tepeuxileños, a las concentraciones de gente
que habitaban la banqueta, el pastal, el cerro cucaâ, el cerro yicu-tindu
(cerro del colibrí y no San Jacinto como en la actualidad se conoce), El
Paredón Viejo y El Caspioso, entre otros. De esta manera se forma el Cucaâ
actual, conocido más bien como Tepeuxila, debido a la dominación que tuvo el
imperio azteca sobre la zona y que la bautizaron con la palabra náhuatl de
Tepeuxila que quiere decir Tepetl “cerro” y Usilin “colibríes”.
Fueron los españoles quienes hicieron el acta de nacimiento o
“Titulo primordial” que ampara la posesión de las tierras de esta comunidad y
en el documento se menciona que las tierras son comunales o sea es de todos, nadie puede tener una fracción
“privada” dentro del perímetro reconocido. Citamos el documento que dice lo
siguiente, “Copia certificada del Título de Propiedad que se refiere a la Cédula Real otorgada por el Virrey Gobernador Don Antonio de Mendoza
Márquez en el año de mil quinientos
cuarenta y ocho (fojas 1023 a 1026 tomo III)”. “…Doy fe como la segunda
cabecera de Tepeuxila dueños de todas las tierras, cerros, montes y ríos que
son pertenecientes, a su legítimo patrimonio, por gracia y donación que
merecieron sus antepasados, con otros fueron que disfrutan y son privilegiados
a quienes Doy Fe, que conozco y tenerlos conocidos y vistos dijeron que sus
tierras y linderos se componían y componen por los cuatro vientos
correspondientes a todas sus tierras, las cuales están en pacífica y quieta
posesión y que en la actualidad no tiene contradicción alguna con ninguno de
los pueblos…”
Así dice el documento que da origen a la localidad Tepeuxila
junto con sus tierras y que mas bien en los tiempos recientes por diversas
políticas gubernamentales en las que la gente a caído se ha ido desconociendo y
por ello perdiendo, (recuérdese que las formas de pensar son uno de los
elementos principales que modelan la forma de vivir del hombre y que inciden en
el cambio de los paísajes), por ejemplo, los limites con la comunidad de
Tutepetongo, según nos han contado nuestros viejos, anteriormente pasaba justo
donde está el ahuehuete o mejor conocido como “el palo de amor” detrás de las
iglesia de la mencionada comunidad, y de ese momento a la fecha los límites
pasan conforme el río, del río grande hacia arriba hasta el puente que comunica
con la comunidad de Cacique y en los últimos veinte años se ha perdido la
colindancia con El Cacique y en los recientes tres años se ha movido la
colindancia con Santa María Pápalo.
Con lo anterior aclaramos como surge Tepeuxila y porque
decimos que las tierras son comunales, lo cual no impide que los comuneros no
tengan sus propias parcelas para laborar la tierra y obtener sus alimentos y un
espacio donde vivir, así como ciertas áreas comunes donde tener sus escuelas,
espacios recreativos o que se dediquen a otros fines pero en “común” o sea
entre varios o entre todos si se puede.
No olvidemos que el ser humano por naturaleza es sociable.
Hasta la fecha no se ha conocido que una persona pueda desarrollarse por si
sola durante las distintas etapas de su vida, siempre ha requerido de alguien
más para poder ayudarse y en su etapa adulta es cuando ya supuestamente se
independiza, pero esto no es así, porque en ese momento ya contrae otra
responsabilidad social que es el matrimonio y posteriormente vienen lo hijos y
la cuestión social se reproduce nuevamente.
Por ello las comunidades surgieron y se alimentaron gracias
al apoyo mutuo que existió en su momento y por ello florecieron y algunos como los
cuicatecos seguimos preguntándonos como se hicieron varias cosas, por ejemplo,
la gran Tenochtitlan, Tula, Monte Albán, las ruinas arqueológicas de la
banqueta, el Caspioso, y nosotros mismos, entre los más visibles.
Ahora para los que somos jóvenes tenemos que observar el
tequio (el que no es pagado), las faenas y los servicios (que no son pagados)
que nuestros padres ejercieron durante su vida joven en servicio a la comunidad
en la cual no había un pago en especie
de por medio; entonces, ¿Cuál era a cambio la retribución por ese tequio, faena
o servicio a la comunidad?, pues el derecho a la tierra y a los demás servicios
comunitarios, agua para riego y para beber, servicio de panteón, derecho a la
leña, a la madera para el techado de las casas, al uso de las áreas comunes
para alimentar al ganado (tierra caliente, la montaña, ojo de agua, el bejucal,
atrás de la peña, el zorrillo y el rancho, así también del uso de la tierra
común para trabajos extras como la siembra de frijol que se hacía en tierra
caliente, que no son tierras parceladas sino de uso común.
Estás son básicamente las características de la forma de
vivir en comunidad, donde no es necesario comprar con dinero un bien
sustentable para la familia, sino más bien la forma de vivir en estos espacios
es reciprocidad entre prestar un servicio a la comunidad a cambio de obtener un
espacio físico para trabajar y obtener la alimentación necesaria para la
manutención familiar, situación que no destruye la naturaleza, sino que por el contrario,
le da vida, porque no hay un abuso en tener demás o tener obsesión por generar
riqueza, sino que es trabajar para obtener lo necesario para la familia
únicamente. Y si uno es trabajador también puede llegar a tener un poco más de
productos, producto del trabajo realizado y en la comunidad tepeuxila hay
varios ejemplos que se pueden documentar al respecto.
A nadie se le impone nada a excepción del incumplimiento de
las normas internas, las cuales no estaban escritas, porque “la palabra” tenía
sentido y tenía respeto, era válida, por es arzón nunca se escribió la
normatividad de las comunidades, más bien ya se nacía con esta y se reproducía
en el seno materno, se transmitía de padres a hijos y de generación en
generación, esta normatividad es conocida en otros pueblos indígenas como el
Derecho mayor, y en los discursos oficialistas lo llaman Derecho
consuetudinario.
Además casi nadie se interponía como en la actualidad porque
las comunidades habían sido “autónomas”, o sea, ellas decidían su propio destino,
con frecuencia los miembros de las comunidades se reunían para ver hacia donde
encaminar su comunidad, que trabajos faltaban, que tequio se requería y es de
esta manera como las comunidades resolvían sus necesidades respecto de las
necesidades de la cuestión física de la comunidad. Claro no falta quien se
opone o que quiere hacer cosas distintas, esto nunca ha faltado, pero el
consenso de las asambleas se ha impuesto a esas contradicciones, y además
tenemos que reconocerlo hasta de manera filosófica, sin contradicciones no haya
avances en la manera de pensar y de hacer y resolver las cosas que requieren de
una respuesta positiva o negativa.
Sin embargo, conforme han pasado los años esa autonomía se ha
ido perdiendo, porque los que han salido del pueblo y llegan a conocer otros
lugares regresan y quieren que las cosas sean dentro de la comunidad como las
que han visto en el lugar de donde regresan, y porque muchos de los que viven
en las comunidades ven en la manera privada de la tierra su desarrollo propio, por
ejemplo, ya no querer prestar el servicio comunitario sin paga, el querer
cobrar los servicios comunitarios de tequio; antes, esto no podía hacerse
porque los dinero se manejaban desde la hacienda del estado o del gobierno
federal y no en el municipio, pero más bien, se está cediendo la capacidad que
envuelve la palabra autonomía.
Es reciente, de hace unos 30 años (a partir de 1980) que los
gobiernos estatal y federal mandan los dineros a la hacienda del municipio y a
partir de esos años es que la vida comunitaria está desintegrándose y con todo
eso llevándose entre los pies la sana convivencia comunitaria. Porque no es que
todo haya sido color de rosa ¿verdad? Porque los problemas siempre existen y
sin ellos debemos entender que los pueblos no podrían desarrollarse, pero la
vida comunitaria era solidaria, o sea que todos se ayudaban entre todos (antes
de 1980). En esos tiempos no había las casas de teja, abundaban las casas de
techado de zacatillo y cuando alguien construía su hogar, los vecinos se
apoyaban para hacer el trabajo sin paga alguna y así cuando otro vecino
requería de hacer su casa, también los vecinos le ayudan, más adelante; ya es
puro dinero de por medio para trabajar y de por ahí es que hasta la posesión de
la tierra la quieren privatizar.
¡Uhhh!, si supieran, recientemente hicieron un mapa del
pueblo señalando todas las casas deshabitadas que había, también soñaban con
repartirse todo el territorio de la comunidad, pero ni uno, ni lo otro, porque
para cuando esto se hacía en el gobierno federal se aprobaba la LEY AGRARIA,
que protege esta forma de vida comunitaria, donde se ordena a las comunidades
en general a presentar en el Registro Agrario Nacional la normatividad por
escrito de cómo en lo particular debe organizarse cada una de las comunidades,
dicho documento se llama ESTATUTO COMUNAL de tal o cual comunidad.
Pero en cierto momento he comentado a cerca de la
contradicciones y eso pasaba en el ámbito federal, La Constitución se reformaba
en su artículo 27, donde se reglamentan los derechos de las tierras comunales y
desaparecía la Secretaría de la Reforma Agraria, SRA, y se daba origen a lo que
ahora se conoce como Procuraduría Agraria, (PA) y su autoridad máxima es el
Tribunal Agrario, con esto, lo que se hace es que cualquier problemática que se
suscite por problemas de tierras comunales entre vecinos, o de vecinos con
autoridades o de comunidades entre comunidades, es el Tribunal Agrario quien
debe dar su veredicto de quien tiene la razón. Por ello es equivocado que los
tepeuxileños digan que tienen “escrituras” de sus tierras, porque todo lo
relacionado con tierras comunales, en la actualidad es la PA quien tiene que
definir cual es la manera de cómo identificarse y de cómo respetar el uso a la
tierra, lo cual debe estar manifestado en el Estatuto Comunal interno de cada
comunidad. Por lo tanto, para esta cuestión, el “registro civil” y el agente
del ministerio público o el juez deben manifestarse de no tener injerencia en
ese tipo de problemas y remitirlos a la PA, quien tiene que conocer del caso y
resolverlo o de lo contrario turnarlo al Tribunal Agrario para una resolución
definitiva.
En este lapso de tiempo, el gobierno impulsó un programa para privatizar las tierras
comunales y ejidos denominado Programa de Certificación de Derechos Ejidales y
Titulación de Solares Urbanos, (PROCEDE), pero como insistimos, las comunidades
tienen la ultima palabra si privatizan o no, y Tepeuxila decidió mantenerse
como comunidad y tienen el lío de privatizar la zona urbana y la zona parcelada
de la cual iremos aclarando un poco más adelante.
Ya en el caso interno de los miembros de la comunidad, es la
Asamblea Comunitaria quien determinará de la situación de cada uno de sus
miembros, apegado lo anterior al Estatuto Comunal que marca cuales son las
condiciones para ser comunero, apoyado dicho documento a los lineamientos que
marca la Ley Agraria, la Constitución del Estado y la Constitución Mexicana y
La Clausula 69 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo).
Entonces, dentro de la comunidad hay varias categorías de
tierras, la zona poblada o urbana o de asentamiento
humano, es donde tenemos nuestras casas; la zona parcelada, son los lugares donde se tienen las tierras de
labor o de trabajo, y las tierras de uso
común, que es donde pastan el ganado de los que habitan la comunidad o
donde se parcelan la tierras para trabajos extras de los comuneros. Todas estas
tierras se respetaron antes y nadie se metía o se posesionaba de ninguna tierra
que no era de su parentesco o familia directa o de su comunidad, o esto podía
suceder pero ya era una cuestión de abuso de la persona o del pueblo que lo
hacía, porque como en todos lados siempre sucede que a alguien ya le creció su
tierra de la noche a la mañana, por ejemplo, la apropiación de Tutepetongo de
la parte del río hasta detrás de su iglesia que es un caso que falta escribir
porque es toda otra historia. Y esto sucede también porque quien es
posesionario de la tierra no tiene los argumentos para defenderla y revisen, ya
se comenta más arriba, cuando es un problema entre comuneros, el problema lo
resuelve el Comisariado Comunal apegado al Estatuto Comunal y conforme a la ley
Agraria básicamente, si esto no se cumple, nos vamos a la PA y si tampoco
estamos conformes con la resolución que ahí se determine nos vamos al tribunal
Agrario y ahí se dicta la sentencia definitiva, cuanto más cuando se trata de
un problema entre comunidades.
Ahora, ¿podemos vender o comprar las tierras que tenemos
dentro de la comunidad?, desde luego que si, y siempre a sido así, sólo que
como ya comentamos en un principio estamos perdiendo autonomía y eso hace que
dudemos de nuestras acciones, pero años atrás, no le teníamos que rendir
informes a nadie de nuestros hechos en este tema, lo que se hacía era una
simple compra-venta y la tierra se cambiaba de dueño, sólo que ahora tratamos
de interpretar las leyes que vienen de fuera y eso es lo que hace que
divaguemos y digamos barbaridad y media, pero las tierras si se pueden vender y
comprar, lo único que tenemos que hacer es notificar al comisariado comunal el
cambio del posesionario del predio, siempre y cuando el predio sea solar urbano o se encuentre dentro de la zona
parcelada, porque las tierras de uso común, esas no se venden, se tiene
derecho a ellas por vivir en la comunidad y prestar los servicios
correspondientes sin pago alguno en dinero, entonces a cambio de ello se tiene
derecho a usufrutuar, o sea a trabajar la tierra y obtener de ella un beneficio
generalmente producto de la siembra que se realice.
La ley dice que las tierras comunales son inalienables (que no se pueden vender o ceder de manera legal), pero esto si se puede
hacer entre los miembros de la comunidad, sólo es necesario aplicar la ley
(Estatuto Comunal y Ley Agraria cuando el comprador no pertenece a la
localidad); inembargables (que no puede ser objeto de embargo), se aplica en el caso de
que el titular de la tierra tenga una deuda moratoria con la comunidad, pero si
aplicamos la ley no le pueden quitar su tierra, por lo tanto tendrán que buscar
otro acuerdo para hacerlo pagar, porque la tierra no se la pueden quitar porque
es el sustento del resto de la familia e imprescriptibles (Este concepto, que se extrae del ambiente
jurídico y legal, significa que
una persona puede reclamar por un delito cometido hace muchos años, así como
también puede sostener que algunos derechos no cambian ni se pierden), entonces, con esto
ultimo lo que tenemos que entender es que si por alguna razón no estamos en la
comunidad, la comunidad tiene que respetar nuestras tierras, no pueden por
ninguna razón posesionarse de ellas porque la ley nos da la razón, podemos
reclamarlas el día que queramos volver a la comunidad o en su caso nos vamos a
los tribunales. Y el Estatuto Comunal dice que pasado un tiempo suficiente en
el que no estamos en la comunidad para seguir siendo acreedores de nuestras
tierras, el Comisariado Comunal nos buscará y nos notificará hasta por tres
ocasiones para presentarnos en la comunidad y aclarar nuestra situación, sólo
en caso de no presentarnos a esos tres citatorios, la asamblea comunitaria
determinara el nuevo destino de nuestras posesiones dentro de la comunidad. Por
ello es de suma importancia revisar el documento mencionado para que el
comisariado no pase por encima de los acuerdos ahí suscritos entre las partes y
aprobado en asamblea comunitaria con representación de los migrantes en el año
2007.
En las comunidades de
México los problemas por la posesión comunal de la tierras se crearon por las
políticas gubernamentales de concentración de los medios de producción y del
abandono en las políticas agropecuarias, así como por tratar de exterminar a
los grupos indígenas; poco a poco el gobierno ha ido implementando políticas
que en vez de mejorar los pilares sociales, laborales, de salud y económicos, estos
se fueron debilitando, cayeron los precios de producción y en vez de mejorar
los precios de los productos del campo estos fueron bajando, como sucede con el
maíz y café sobre todo, e inició un programa fuerte de importación de productos
de la canasta básica, esto perjudicó de manera espectacular porque a treinta
años de su puesta en marcha, la migración de la gente de las comunidades a las
urbes es enorme y los que se quedaron en las comunidades cambiaron su manera de
pensar y con ello el de trabajar, ahora ya no se siembran las semillas para
producir alimentos para la familia, sino que ya se busca en los resultados del
trabajo un bien económico, lo que a debilitado la estructura familiar y
comunitaria.
Por otro lado, la forma
privada de poseer la tierra es de carácter más reciente y se resume en que cada
quien se rasque como puede, y que quien come más pinole traga más saliva o lo
que es lo mismo como la forma en que vivimos fuera de nuestra(s) comunidad
(es), ahora mismo.
Primero, para vivir en
propiedad privada, está el impuesto de “predial”, sobre ese impuesto y otros
como la tenencia de vehículos o por bienes de consumos de lujo o los que cree
el ejecutivo del país en el que se habite se apliquen, de ahí se cubren ciertas
necesidades, como compostura de caminos, pavimentos, escuelas, pago de
vigilancia y de gobernantes como los conocemos, pero no existe la solidaridad
entre vecinos a excepción de que sea en familia o con unas cuantas persona de
la calle donde se vive para comentar el futbol o alguna noticia interesante,
pero nomás. La diferencia con la comunidad es que en esta última hay un
servicio para beneficio del pueblo, no tiene pago en especie sino que es el uso
de la tierra la manera en que se remunera el servicio que se presta a la
comunidad.
Sobre el pago de
impuestos hay algunos que son generalizados como la luz, que se aplican por
parejo a todos los habitantes de la federación que es el conjunto de estados
que conforman la república en la que estamos inmersos y por ello se tienen que
pagar y se paga el agua aunque sea comunal porque se utiliza cierta cantidad de
infraestructura para que pueda llegar hasta los domicilios de las personas,
pero bien no puede pagarse si así lo considera la asamblea comunal porque
pueden tomarse recursos económicos por ejemplo, de la venta del monte.
Sobre los impuestos por
el uso de la tierra en comunidades es en acuerdo de asamblea, ellos deciden si
se paga o no, por esa razón varios comuneros no han pagado predio alguno con
excepción de las tierras que fueron manifestadas como solares y parcelas en el
registro civil y que es violatorio del uso de tierras comunales, en las cuales
tampoco se permite el lucro de la tierra sino que para sobresalir y tener una
mejor posición social del resto de los comuneros sólo hay que ser trabajador y
sembrar y cosechar lo adecuado y necesario para el consumo humano y en la
familia, los excedentes sirven para intercambiar por otros productos que no se cultivan
entre familias o entre localidades.
Por lo anterior
manifestamos que las escrituras que tienen varios vecinos en la comunidad o
comunidades son ilegitimas y eso no hace que la tierra sea propiedad de quien
la posee, lo mismo vale ese documento que la palabra y el cuidado que se tiene
siempre y cuando se preste el servicio que como ciudadano requiere la
comunidad, con los tiempos y formas que ya se tienen establecidas para
representar cada una de las comisiones o autoridades que se tienen en la
estructura para que la comunidad marche de acuerdo a los tiempos en la que se
encuentra inmersa.
En el transcurso del
siglo XX, (de 1900 1 1999), varios intentos de modificación de tierras
existieron en la comunidad Tepeuxila, entre ellos destacan entre 1914 a 1918,
el deslinde que se hizo en los limites de Atatlauca y Tepeuxila, la línea original
iba de la punta del cerro san Jacinto al filo del cerro del Pescado, la cual se
modificó quedando los limites como ahora se conocen, sobre el río grande.
De la misma manera,
años después se trataron de crear más parcelas y se fraccionaron todas la tierras
que quedan hacia atrás del panteón municipal hasta llegar por el Obispo, de la
Banqueta hasta pegado al cerro Cucä, sólo que casi la totalidad de predios
fueron abandonados porque son improductivos y así sucesivamente, tenemos
pruebas documentales de que se pretendió parcelar la zona urbana desde los años
sesenta con la finalidad siempre de privatizar la tierra.
¿Hacia donde van estas
políticas?, pues hacia la privatización de la tierra, ¿Qué buscan estas
políticas privatizadoras?, apropiarse de los recursos de las comunidades, como
la madera, las aguas y los minerales que abundan en la tierra de tepeuxila y
municipios cercanos y en toda la región cuicateca, ¿Por qué no nos hacemos
ricos con los recursos naturales que poseemos? Porque en principio tenemos una
esencia cultural de que no somos individualistas, somos comunitaristas, además
tenemos una identidad cultural que está inmersa en la naturaleza, por ello nos
consideramos -parte de- y por ello convivimos y nos compartimos conjuntamente
comunidad-naturaleza.
Cuando por los años
1994 a 2004, que nuevamente se modifica
el articulo 27 constitucional que nos habla sobre el derecho a la tierra,
varias ideas surgieron de que hacer con las tierras en general, con las tierras
parceladas y con las casas deshabitadas en Tepeuxila; se sugirió entonces por
algunos avencindados que se repartieran todo el monte entre todos, y no faltaba
el que ya quería para si el Ojo de agua por ejemplo, de la misma manera,
integrantes del comisariado en aquel entonces hicieron un plano donde señalaban
las casas deshabitadas que había dentro de la zona urbana y se querían
posesionar de ellas, lo mismo sucedió con las parcelas, pero finalmente todo
quedó en ideas y posteriormente en 2007 se terminó de revisar en equipo de trabajo
integrado por los miembros del ayuntamiento constitucional, comisariado
comunal, consejo de ancianos y una representación de los migrantes avalados por
las autoridades y representantes de la comunidad, el Estatuto Comunal de
Tepeuxila, que quedó establecido y aprobado en asamblea y por lo tanto desde
ese año este documento es vigente, norma y regula toda problemática generada
con la posesión de la tierra en la comunidad.
¿Y porque seguir
viviendo así y no privatizar las tierras? En primera, porque nadie tendría el
suficiente dinero para pagar sus impuestos y los deslindes que habría que
hacer. Segundo, fuera de la comunidad si se vive de manera privada, pero los
impuestos están a la orden del día, el número de gente que vive en dichas
localidades es bastante, entonces los recursos generados por lo impuestos son
suficientes para pagar a quienes hacen los “empleos” que esa localidad
requiere, lo cual no puede hacerse en Tepeuxila, porque constitucionalmente
está reconocida como localidad indígena y según las leyes en el estado es un
municipio que se regula por usos y costumbres, entonces, las prerrogativas
económicas que recibe son mínimas y no alcanzan para pagar a todos los que
ejercen un servicio el cual ya no sería servicio sino sería un empleo.
Pero aún así, pretenden
irse por partes, quieren privatizar la zona urbana, con lo que se generarían
diversos problemas, primero, desaparecería el Comisariado Comunal, quien ya no
tendría razón de ser –si sucede desde 1982 aproximadamente, cuando los señores
que ahora tienen alrededor de 55 años de edad ya no quisieron prestar servicios
en escuelas donde no tenían hijos-, quien va a querer ¿cuidar el monte nomás
porque si?
Desde luego, que si hay
quienes están interesados en ello porque han visto su minita de oro en el
monte, pero aquí se rompe con el lazo comunitario de comunalidad y pasaríamos a
una cuestión de violencia, porque tampoco los que estarían del lado que no les
tocará el aprovechamiento del monte, que serán los menores de edad, la mujeres
y los hombres mayores de edad estarían de acuerdo, ¿y los emigrados?, creo que
tampoco estaríamos de acuerdo.
Ahora lo otro más fuerte
que existe es que el Gobierno Federal a través de sus instancias como la
Secretaría de Gobernación, (SG); la Secretaría de Medio Ambiente y Pesca,
(SEMARNAT); la Procuraduría Agraria (PA), entre otras, ya están trabajando en
tratar de privatizar estas tierras porque como hemos dicho, ahí tienen su
minita de Oro y a ellos si que no les interesa la forma interna de vivir de los
pueblos porque no conocen el valor de la cultura en general, a ellos les
interesa el dinero, la ganancia que por desgracia es poca, por ejemplo, las
mineras que trabajan en el país, cuando dejan de trabajar sólo le dejan de ganancias
a la federación entre 1 y 2 % del total de valor que se llevan y otro tema que
todos conocemos, ¿Cuántos tepeuxileños se han vuelto ricos con la venta de
madera que se vende año con año desde hace 18 años aproximadamente? Si hablamos
seriamente, ninguno; aunque si uno que otro a tenido el dinero suficiente para
irse a Estados Unidos para tratar de engañarnos que ahí ha ido a trabajar para
juntar su dinerito, pero con los amigos que tenemos allá sabemos de sobra donde
trabajan, que hacen y hasta que comen, con lo cual sabemos perfectamente que su
paso por alguno de los cargos que luego ocupan es que mediocremente participan
de algún recurso que los compradores de madera les regalan por vender recursos
que son del pueblo. O a sucedido que miembros del mismo comisariado en
funciones nos han platicado de cómo se pierden los dineros de la caja del
escritorio del presidente de esta comisión, como sucedió un día cuando se
dejaron 50 000 pesos por la tarde y a la mañana siguiente el dinero ya amaneció
en la casa de los compañeros que se tomaron el recursos y camino a sus casas se
lo repartieron. ¿Cómo ven? Bueno, de los 18 años que lleva Tepeuxila vendiendo
madera, sólo en tres ocasiones han repartido parte de los ingresos que se
obtienen por dichas ventas ¿y el resto de los años? Bueno, lo de un año se tomó
para pavimentar unos tramos de calles ¿y los otros años? Ah, ¿ya párenle no?,
porque tanto cuestionamiento; por ahí deben de estar.
Bueno entonces lo que
concluimos de esto ultimo es que 1) Si el dinero se repartiera entre los
comuneros año tras año, los comuneros vivirían mejor (o que vivan a su gusto) y
se dieran cuenta efectivamente cual es la solidaridad y la comunalidad de vivir
de esa manera y 2) Cómo no se hace así, entonces hay quienes ven en el monte su
minita de oro y por eso quieren que se privatice la tierra, 3) y otros, tienen
que irse de su tierra natal, a) por abusivos y tienen cuentas pendientes con su
comunidad y/o b) porque tienen que justificar con su familia y comunidad
recursos económicos mal habidos.
Entonces, en general,
todo lo anterior lleva a algo que se conoce como descomposición social, o sea
se rompe con el tejido medular de la comunidad, es así como si se rompiera con
el espinazo de un cuerpo humano, entonces lo que sucede es parecido, sólo que
las causas y efectos son distintos y diversos y al paso de los tiempos cuando
nos ponemos a tratar de ver que hay en todo ello, encontramos, asesinatos,
robos, migración, cambio de hábitos en el trabajo que finalmente repercute en
las familias y en la sociedad en general porque lo mismo que vemos en
Tepeuxila, sucede en Tlacolula, en Atlapulco, en la comunidad o ejido en donde
nos paremos, y mientras entre comuneros o ejidatarios nos estamos desintegrando
el “capital” o neoliberalismo o globalización que son las políticas económicas que
se viven del desquebrajamiento de lo que es comunal o de los pueblos, que están
detrás del pensamiento mezquino de “lo privado” salen ganando a diestra y
siniestra apoderándose de las riquezas naturales y minerales que por muchos
años estuvieron en el reguardo de los pueblos y que nuestros bisabuelos,
abuelos y padres no tocaron con fines lucrativos sino únicamente para los usos
necesarios de vivir armónicamente con el medio natural donde se encontraban.
Así es lo efímero, lo moderno, lo que no sirve mucho, lo que tiene fecha de
caducidad, lo que enferma, lo que es cancerígeno como el –malation- que es un
químico que emplean para fumigar las plantas de jitomate en los invernaderos es
lo que nos esta dejando esta manera de modernización privada que poco a poco
está metiéndose hasta la cocina de las comunidades y solo está trayendo,
enfermedades como la diabetes, que es una enfermedad vieja en las ciudades pero
de reciente aparición en comunidades indígenas y nos preguntamos porque y como
argumentamos en este párrafo, las formas de vivir se están trastocando sin que
analicemos las repercusiones que finalmente son destrucción y muerte.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)